La Maestra era una profesional egresada de la Escuela Normal de Mujeres “Sagrado Corazón” de Iquitos. Mi amada esposa Maria Judith Alva Rivera era Maestra y trabajaba en la Escuela Fiscal de Mujeres Nº 172, ubicada en la primera cuadra de la calle Napo, a un par de cuadras de su domicilio.
Llevaba una vida tranquila y sin sobresaltos. Su problema comenzó cuando se casó conmigo. Me gradué de Ingeniero Químico, profesión pensada para lograr el desarrollo de la Amazonía pero, precisamente, en nuestra tierra no había en ese entonces ocupación para Ingenieros Químicos. Era, más bien, una profesión pensada para el futuro.
El lema de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) “POR UNA AMAZONÍA GRANDE PARA UNA VIDA MEJOR” es la expresión de un sueño que no tardaría en cumplirse pero por entonces no era posible.
Había empleos en cualquier otra parte menos en la Amazonía. De hecho, mi primer trabajo como Ingeniero Químico fue en la Cerro de Pasco Corp. cuyo centro de operaciones estaba en La Oroya a 3,750 msnm en la Carretera Central. Pero La Oroya es un sitio malsano y no apropiado para los niños.
Cuando mi esposa me avisó que venía con las mellizas para vivir juntos, corrí a buscar casa en Tarma. Conseguí el segundo piso de un chalet ubicado en las afueras de Tarma, a una cuadra del Estadio.
Tarma es una ciudad con un clima muy agradable a solamente 3,050 msnm, y el costo de vida es muy bajo porque había abundancia de alimentos. De hecho, toda persona que tiene un pequeño espacio en su casa lo siembra, generalmente zanahorias y por ello la zanahoria es barata allí.
Pero para vivir en Tarma pidió permiso en su trabajo por asuntos personales, lo cual quiere decir que durante el tiempo que está fuera de Iquitos no percibe sueldo.
Me dijo que podría solicitar su traslado para que pueda trabajar en una escuela en Tarma. Escribí la solicitud que mi buen amigo y colega “Pipo” Puga lo presentó en la Supervisión de Huancayo. Pipo tenía casa en Huancayo y también su novia, por lo cual todos sus días libres los pasaba en dicha ciudad. En menos que canta un gallo llegó la Resolución de Traslado a Tarma.
Entonces fue cuando mi amada esposa me dijo que mejor se regresaba a Iquitos, que tenía que terminar su Bellas Artes, que había semanas en que yo no podía viajar a Tarma, que se sentía muy sola.
La verdad es que ella es muy amiguera y viviendo tan lejos de la ciudad no tenía posibilidad de conversar con nadie. Era cierto que se sentía muy sola. Para renunciar a una Resolución de Traslado se debe hacer con una Carta Notarial. Fui al Notario, se hizo la carta notarial, el cual Pipo llevó a Huancayo y se solucionó.
Regresaron a vivir a Iquitos, se reincorporó a su centro de trabajo y se graduó como Profesora de Bellas Artes, mientras yo conseguí trabajo en Lima.
Trasladarse una Profesora a Lima fue una labor verdaderamente titánica, punto menos que imposible.
Hacía pocos años que conseguí el traslado de mi cuñada Flora, en ese entonces estaba en el gobierno Fernando Belaunde y el Director General de Educación era mi amigo. Al instante se realizó la operación.
El Ministerio de Educación construido por el General Odría era el edificio más emblemático de la ciudad de Lima, ubicado en el Parque Universitario y tenía veinte pisos con modernos ascensores de gran capacidad y rapidez. Era también el edificio más alto del Perú.
Pero cuando necesitamos trasladar a Judith, estaban en el poder los militares y ellos saben ser siempre déspotas.
Cuando fue ascendido a Coronel del ejército el señor Guabloche lo nombraron Director General de Educación. Nos alegramos, es paisano requenino de mi esposa y conocidos de su familia. Judith me dijo, toda alborozada:
- Yo conozco donde viven sus hermanas, vamos a verlas.
Las hermanas intuían la razón de nuestra visita y nos dijeron con total normalidad:
- Nuestro hermano nos ha dicho que van a sacar una ley para todos los maestros y no es necesario hacer ninguna gestión particular.
En otras palabras, nada. Nos negaron.
Buscamos aprovechar la más mínima oportunidad para conseguir su traslado pero solamente encontraba objeciones: Uno me dijo que están dando preferencia a la unión de empleados del estado y no es su prioridad atender a empleados particulares. Las leyes y disposiciones eran siempre cambiantes, así como el personal.
Cuando iniciabas un trámite se generaba una tarjeta amarilla donde se registraba la oficina a donde se había enviado y quién lo había recibido. Paso a paso iba siguiendo el trámite, alegrándome con cada avance.
Quién supervisaba el trámite era nuestro amigo Teódulo Sánchez Vicente, esposo de la paisana y colega de Judith, Nora Acheng. De repente, un día me dijo todo alarmado:
- La solicitud ha entrado a la oficina de la Dirección General y allí cualquier cosa puede pasar. Ha desaparecido la tarjeta amarilla. Hay que buscar “varas” por otro lado.
Efectivamente, la tarjeta amarilla había desaparecido, es como si jamás se hubiera iniciado el Trámite de Traslado.
Justo, entonces ascendieron al grado de Coronel al señor Villavisencio y lo nombraron Director General de Educación. Los ascensos y cargos se publican en los diarios.
Era hermano de mi Jefe en el Laboratorio de Backus. Fui a su oficina para felicitarle por el reciente ascenso de su hermano y aproveché para contarle el problema que traíamos entre manos. Le pareció que estaba muy bien y precisamente ese sábado se reunirían en su casa para festejar el ascenso y podía aprovechar para conversar mi asunto.
El lunes apareció sonriente y me dijo que tenía cita en el Ministerio a las 10: 00 am.
Estuve a la hora señalada pero fue una tremenda decepción Rechazó que hubiera iniciado el trámite y que había desaparecido el expediente y la tarjeta amarilla. Me dijo repetidas veces:
- A usted le están cobrando. Dígame quién es para sancionarlo.
Al regresar al Laboratorio el Jefe preguntó por el resultado y le conté. Movió la cabeza y dijo entristecido “Que pena”.
Mi colega y jefe en el Instituto de Salud Ocupacional (ISO), y compadre Jorge H., quién conocía los problemas que estábamos enfrentando, me invitó a un paseo campestre con sus amigos. Me dijo que iba a conocer a un buen amigo que es Director de la USE del Rímac (Unidad de Servicios Educativos o Supervisión) y él me podía brindar ayuda. Me ofrecí a llevar una caja de cerveza (de mi ración).
El doctor Forero es un profesional invidente completamente autosuficiente. Cuando le pasábamos el vaso ponía el índice izquierdo en el interior del vaso y se servía. El índice le servía como indicador de cuanto se había servido.
Muy confiado, el doctor Forero me dijo que conocía a la persona idónea para resolver mi situación, “Se va a sorprender usted” – agregó. El lunes siguiente fui a la USE del Rímac, cercana a la Cervecería y pude verlo en acción.
Se levantó de su asiento, se ubicó en la parte media de su escritorio y comenzó a caminar, salió de su oficina, giró a la izquierda y regresó con una persona que para mí resultó decepcionante.
Era un hombrecito que se llenaba la boca con sus habilidades:
- Soy dirigente del SERP (sindicato de educación de la revolución peruana) y yo entro y salgo del Ministerio de Educación a cualquier hora y puedo hacer cualquier trámite. Yo me voy a encargar de su caso de inmediato.
Más decepcionado que nunca regresé a mi casa. Tomé dos semanas de descanso de los trámites, para volver a empezar con más fuerza.
Una tarde, saliendo del trabajo, entré al Ministerio de Educación y me fui a la Oficina de Trámites documentarios solamente para recibir una llamada de atención:
- ¿Dónde estaba usted? ¿Estaba durmiendo? Hace una semana que ha salido la Resolución de Traslado de su esposa. Debe presentarse en el término de la distancia en su nuevo colegio en El Callao.
Precisamente cuando menos creí se obtuvo el ansiado traslado. Lleno de emoción llamé a Iquitos para darle la buena noticia y al fin pudimos reunirnos toda la familia y esta vez para siempre.