Nuestras hijas mayores participaban en la Catequesis de la Parroquia Santa María Magdalena de Pueblo Libre. Luisa y Claudia luego de recibir el Sacramento de la Confirmación fueron invitadas a continuar como Catequistas en su comunidad.
Durante esa época tuvieron muchos amigos que eran invitados a las fiestas en nuestra casa, se reunían para organizar eventos en la parroquia y muchos solamente venían a visitar a la casa.
En cierta oportunidad un joven, los conocíamos a todos, vino a la casa y dijo que quería conversar conmigo.
Al parecer Fernando estaba viviendo una etapa, al igual que todos nosotros, pero que le estaba ocasionando una serie de dudas. Se había dicho entre sus compañeros que parecía que iba a ser cura, que se podía notar que se dirigía hacia el Seminario. Era bien correcto y disciplinado, atento con todas las personas, jóvenes o mayores y siempre estaba tranquilo.
Pero lo que estaba pasando en ese momento le causaba incomodidad y por eso vino a la casa. Nosotros hemos sido siempre como las “mamá gallina”, que todo el tiempo que podíamos estábamos con ellas, dispuestos a apoyarlas y ayudarlas, sin que nuestra presencia fuera un freno en ningún momento.
Nos sentíamos orgullosos de ser amigos del padre Venancio (QEPD), el Párroco, quien donde quiera que nos encontraba se detenía a conversarnos. El padre Venancio nos convocaba a los padres de los Catequistas para hablar con nosotros. Nos decía, por ejemplo:
- Yo a sus hijas las quiero los martes de 6 a 8 y los jueves de 6 a 8. Fuera de esos días si alguna de sus hijas les dice que estuvo en la Parroquia, preocúpense.
Más claro ni el agua, y era una alerta para que los padres estemos siempre pendientes de nuestros hijos.
La pregunta que Fernando me hizo es el tema universal: Cómo deben comportarse los enamorados.
Al respecto he disertado en mi libro NUESTRO AMOR, donde en el Capítulo II – EL AMOR, he consignado lo siguiente:
“El amor es, por definición, un sentimiento de afecto universal, es decir de aprecio hacia algo o alguien que nos agrada mucho.
Hace también referencia al esmero con que realizamos algo que nos agrada mucho, como por ejemplo ejecutar de manera experta una bella sinfonía.
Pero, por su naturaleza, el amor es el único sentimiento que hace referencia a la esencia del bien y el mal, es la fuerza que nos impulsa hacia cualquier cosa de bien.
El amor induce fuerza, paz, tranquilidad y alegría, es decir, un bienestar general”.
La pregunta hacía referencia a una amistad particular que tenía con una joven que era empleada en la tienda del tío de Fernando, era su enamorada, lo cual no es cosa del otro mundo pero le estaba incomodando el hecho de que la joven quería avanzar más rápido. Demasiado rápido.
Quería que tuvieran relaciones íntimas. Le sorprendió mucho y prefirió pedir consejo. Un sacerdote es un buen consejero pero no conoce nada de la vida y por ello estábamos conversando.
Le manifesté que es una situación bastante rara porque, por lo general, es el hombre quien da los primeros avances en el campo de la intimidad, pero después de haber recorrido un buen trecho en el camino de los enamorados, nunca de un momento a otro.
Posiblemente – le dije – su enamorada quiere asegurar su futuro forzando una situación atípica puesto que asumía de hecho que el joven sería el heredero de la tienda. Lo más sensato sería apartarse un tiempo para reflexionar ambos si están seguros de su amor o es nada más una tormenta de verano.
No le dije que las más de las veces cuando ocurre una situación así la joven ya ha adelantado bastante y era posible que estuviera embarazada de alguien y por eso el apuro.
Evité decirle este razonamiento para no confundirle más y permitir que él mismo se diera cuenta del condicionamiento a la que le estaba empujando sin que él casi se diera cuenta.
Me parece que me hizo caso y se olvidó de la joven. Se dedicó a estudiar una carrera universitaria y hoy es un excelente profesional y está felizmente casado con la mujer que ama y no le condiciona.