GRACIAS PAPÁ GRACIAS MAMÁ

            Era 1997 cuando recibimos sendas invitaciones para asistir a la Ceremonia de Graduación de nuestro sobrino Walter Ernesto Ramos Alva en el Auditorio de la Universidad.

            Se graduaban al menos medio centenar de Psicólogos y era, pues, un acontecimiento importante.

            Jóvenes egresados que irían a conformar el grueso de profesionales en nuestra caótica ciudad y en nuestro país que estaba saliendo de la terrible situación que ocasionaron los terroristas que habían puesto en jaque al país.

            Pese a ello, el optimismo que mostraban lo jóvenes egresados que confiaban plenamente en el futuro de nuestro glorioso país era digno de tomarse en cuenta.

            Nuestro sobrino Walter, como Presidente de la Promoción dio el Discurso de Orden a nombre de todos los integrantes de su Promoción.

            Llama mucho la atención que los jóvenes graduados de una universidad no sean capaces de hilvanar siquiera tres frases cuando les dieron micrófono libre para manifestar su emoción.

            El primero alcanzó a decir:

  • Gracias papá, gracias mamá, por haberme ayudado a concluir mis estudios.

            Los siguientes, sin excepción, repitieron la “fórmula ganadora”:

  • Gracias papá, gracias mamá…

            No hubo, en este caso, ni uno solo que supiera decir otra cosa, algo sorprendente en unos jóvenes recién graduados que deben estar versados en lengua, literatura y poesía. Pero nada de ello se les vino a la memoria.

            A su mamá y a su papá le pueden dar gracias todos los días de su vida y no necesitan de un micrófono ni público para ello. Pero lo que esperábamos escuchar eran frases para la posteridad, fruto de su magnífica formación intelectual y profesional. Pero no hubo caso. Solamente supieron decir:

  • Gracias papá, gracias mamá.

            Incluido Walter, quien no fue criado por sus padres sino por la abuelita Natividad y la tía Lolita quienes lo formaron, le hicieron estudiar en un colegio particular y le enviaron a Lima para estudiar en una universidad particular. Pero no hubo una sola mención para la tía Lolita.

            Esto sí nos sorprendió y sublevó: que por cumplir con la frase común, está bien, pero no agradecer a quien sí le crio, definitivamente era por demás incorrecto.

            Su gracias papá, gracias mamá sonó, más bien a falta de respeto. Qué pena.

Los Graduados sin palabras pra la posteridad

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