389 TAMBOR LATITA

            Los “pastores”  en Iquitos debían estar ataviados de indios, principalmente la cabeza, tocada con una corona de plumas. Pitos de policía y tambores que se tocaban con una sola baqueta, utilizando el centro y los costados del tambor. Con una mano cogías el tambor y con la otra la baqueta para golpear rítmicamente el tambor.

            Algunos tenían auténticos tambores indios, yaguas, witotos o jíbaros, con la caja de madera batida, piel curtida de animales de la selva que producían un sonido característico al ser golpeados por el artista.

            El máximo orgullo era tener tu tambor bien templado y un sonido que semejaba a golpear una lata. Le decían “Tambor latita”, es decir, tenía un buen sonido.

            Procurábamos conseguir los materiales para hacerlos pero lo máximo que conseguíamos eran latas de galletas importadas, de un diámetro más o menos importante.         El segundo punto era igualmente importante: conseguir la piel curtida de algún animal de la selva, punto menos que imposible, habida cuenta que una piel de tigrillo se valorizaba en 10 mil dólares.

            Pero algunos artesanos que confeccionaban artículos en pieles de  animales, gorros, botas, correas, zapatos, carteras, etc., tenían pedazos que no podían utilizar y los botaban a la basura.

            Fue mi vecino de la calle Sargento Lores, Eduardo, quien me orientó y me dijo para ir al basural, el botadero de la basura de la ciudad. Los camiones recolectores de basura descargaban en este lugar. Estábamos solos y pudimos revolver y encontramos sendos pedazos de cuero que nos resultaron útiles para nuestro propósito.

            Muchos años después leería el cuento que Julio Ramón Ribeyro publicó en 1955, Los gallinazos sin plumas, pero nuestro basural no se asemejaba ni remotamente al muladar que describe el escritor.

            Construimos bastidores con ramas de limón, flexibles y fáciles de armar. De manera que logramos confeccionar nuestro tambor propio, nuestro propio   tambor latita. Logramos la admiración en el pastoral, principalmente de las chicas pastoras. Nos sentíamos orgullosos.

            Participamos en el Pastoral de la familia Papa, en la calle Tambo, vecinos de la casa de Jorge Barreyro. También participaba Raúl Amaya, cuñado de Jorge. Terminadas las fiestas continuábamos asistiendo en una especie de cofradía. Ese año falleció Eduardo.

            El año siguiente, ya viviendo en la calle Tacna, participé en el Pastoral de “La Gata”, solamente sé que se llamaba Belmira. Su casa quedaba en la calle Nanay, a la vuelta de la Putumayo. Fui por insistencia de mi compañero de colegio Gilberto Trauco. Pero a él lo aplazaron y repitió de año y su padre lo castigó prohibiéndole el Pastoral. Pero hice buenos amigos, el encargado de conducirlo era un Oficial de Mar, tenía un cuaderno donde estaban todas las canciones pero no nos dejaba cogerlo, era muy celoso, decía que era de su mamá. Pero sabía bastante. Luego de las fiestas seguimos asistiendo al pastoral para conversar y revivir los momentos más emocionantes de las actuaciones.

            Algunos de los participantes venían de “El Hueco”, un barrio casi frente al Hospital Militar, bajando hacia el río. Muchas veces asistíamos al lugar para visitar a las chicas y para nadar en el río Itaya. Nos encantaba cruzar el río pues no era muy ancho y podíamos ir y volver sin cansarnos.

            El Pastoral, una gran tradición que ya está desapareciendo pero formó parte importante de nuestra vida cuando fuimos muchachos.

388 DEFENDIENDOA LAS TARDONAS

            Charito regresó del colegio, el CENE “De la Cruz” de Pueblo Libre, y me preguntó sin más:

  • Papá ¿Es verdad que ayer has estado defendiendo a las tardonas en la sesión de padres de familia? Por si acaso yo nunca llego tarde.
  • Es bueno saberlo, pero no, no he estado defendiendo a las tardonas.

            Desde que tengo memoria he observado que mi hija menor, una vez que ha terminado las tareas y ha repasado la lección, organiza su maleta escolar para el día siguiente. Todo queda listo para solamente agarrarlo y salir.

            Al levantarse, primerito lava su larga y hermosa cabellera, toma un desayuno frugal y parte rumbo al colegio a pie, que solamente queda a cinco cuadras de la casa.

            En la sesión de los padres de familia del día anterior ocurrieron cosas que en verdad me desconcertaron.

            Es un colegio religioso de la congregación Canonesas de la Cruz fundada por la venerable Teresa de la Cruz Candamo y debería ser un centro donde se infunda el amor, la caridad y la compasión. Pero esa noche sucedió lo contrario.

            La monja explicó que muchas alumnas (era un colegio solo para mujeres) llegan tarde y ya se están tomando medidas para evitarlo: se las retiene durante la primera hora de clase en el exterior (haga lluvia o sol) y pedía a los padres de familia que recomienden qué otros castigos se deben aplicar.

            Atónito es escuché a las madres de familia decir sus “sugerencias”:

  • ¡Qué les bajen puntos!
  • Que sean dos horas.
  • Que les impongan una multa.
  • Que les suspendan.
  • Que se anote en sus libretas de notas.

            Es decir, Torquemada redivivo. Era increíble. Incapaz de poder seguir soportando tal desborde de maldades, pedí la palabra.

  • Mucho se ha hablado sobre el tema de las alumnas que llegan tarde. Y mi pregunta es ¿hay algún premio para las alumnas que llegan a tiempo? Porque si se castiga también se debe premiar a quien corresponda. Y es que estoy sorprendido de toda la maldad que vierten las madres de familia al compás de usted. Dígame madre, ¿todas las profesoras llegan temprano?
  • De mí sé decir…
  • No hablo de usted madre, usted vive aquí en el colegio. Hablo de las profesoras que vienen de su casa, utilizando el bus al igual que las alumnas ¿Todas llegan temprano? O también hay castigo para ellas, como descontarlas de sus haberes? O quizás pararlas afuera, con sol o con lluvia, durante la primera hora de clase.
  • No podrían dictar sus clases…
  •  Y las alumnas que son retenidas no pueden atender sus clases. Son ellas quienes pierden más por este sistema injusto. ¿Dónde está la caridad? ¿Dónde está la compasión?, en fin ¿Dónde está el amor? Cualquier persona medianamente culta sabe que una lección no escuchada, ni cien horas de lectura de libros lo puede reemplazar.
  • ¿Qué propone usted?
  • Que se olviden  de castigarlas. Los padres pagamos para que nuestras hijas escuchen las clases completas. NO MÁS CASTIGOS.

            Se acordó  que  no se retendría más a las alumnas que llegan tarde, se va a exhortar a las profesoras para que lleguen a tiempo y constituyan así un ejemplo a seguir.

            Como vez Charito, es una cosa de sentido común, si se piensa en castigar debemos también pensar en la contraparte, premiar la asistencia y puntualidad.

            Lo hacen en mi trabajo, si llegas tarde, te descuentan de tus haberes, pero si llegas a tiempo y no acumulas faltas por enfermedad o permisos personales, te premian dándote días libres. Más de una vez disfrutamos toda la familia por mis días libres ganados.

            Una empresa industrial tiene más criterio para manejar el asunto de la puntualidad con incentivos, lo que no es capaz de hacerlo un colegio religioso donde te dicen hasta el cansancio que DIOS ES AMOR.

Ahora es I.E.P. De la Cruz

387 POR QUIÉN VAMOS A VOTAR

            Cuando era niño, en Iquitos, escuchaba la conversación de mis padres sobre el candidato por quién van a votar. Eran las elecciones de 1956.

            El 07 de setiembre de 1955 el Presidente Manuel A. Odría promulgó la ley que “permitía” a las mujeres mayores de edad y alfabetizadas, elegir y ser elegidas.

            Era entonces la primera vez que mi mamá iba a participar en una elección que se realizaría el 17 de abril de 1956 y por ello el nerviosismo por la responsabilidad que estaba asumiendo.

            Mi papá le explicó que debían votar por la señora Emilia Barcia Boniffatti, gestora y fundadora del Jardín de la Infancia de Versalles que, justamente, lleva su nombre.

            Ellos no sabían nada de partidos políticos, con la sola mención del partido aprista, vetado por las fuerzas armadas y no participaba en estos comicios. Mi padre trabajaba como empleado civil en el ejército.

            En palabras de mi padre “la viejita hizo mucho por Loreto”, entonces le correspondía ser elegida diputada por Loreto.

            Siempre la Plaza 28 de Julio fue el “Ágora” donde se realizan los mítines políticos y cívicos. En un tabladillo armado sobre la base del monumento escuchaba a la profesora de avanzada edad gritar Fuuuul, interrumpiendo al orador, una y otra vez. Gritaba las siglas de su grupo político Frente Unitario Loretano (FUL).

            Escuché también a otras personas comentar sobre a quién darían su voto, un señor les decía a sus amigos: vamos a votar por Prado, porque él con sus millones va a respaldar al Perú. Un análisis bastante ingenuo a mi modo de ver puesto que los candidatos vienen a llevar no a dejar. Y Prado, con sus millones jamás va a respaldar a nadie.

            Es así que de común acuerdo, fueron mis padres a participar en las elecciones y dar su voto a la candidata que su corazón les decía.

            Pero la política no funciona con el corazón sino con la cabeza que es donde se realizan los cálculos que a veces traicionan la conciencia.

            No ganó su candidata ni ninguno de su agrupación, el Frente Unitario Loretano, por lo que supe fue una agrupación muy localista y se necesitaba ser conocido a nivel nacional.

            En las elecciones del 17 de abril de 1956 ganaron: el Movimiento Democrático Pradista (MDP) y el Frente Nacional de Juventudes Democráticas (FNJD).

            Fue elegido Presidente del Perú el señor Manuel Prado Ugarteche y los congresistas por el departamento de Loreto fueron:

Senadores:

Guillermo Orbegoso Sarmiento         (MDP)

Pedro del Águila Hidalgo                  (MDP)

Diputados:

Manuel Arce Zagaceta                       (FNJD)

José Ayllón Chumbe                          (FNJD)

Gilberto Bartens Llerena                   (FNJD)

Jorge Alegría del Águila                    (FNJD)

Luis Delgado Alvarado                     (FNJD)

Manuel Vergara del Águila               (MDP)

Juana Ubillús de Palacios                  (MDP)

José Muñoz Paredes                          (MDP)

            Mis padres sintieron mucha pena que no hubiera ganado la señora Barcia, les dio pena que nadie supiera reconocer lo mucho que la señora había realizado en nuestra tierra.

            Muchas veces  una elección no se gana por lo mucho que hayas hecho o lo mucho que supieras hacer sino de cómo te promocionas en los medios de comunicación, es decir cómo te vendes cual objeto del mercado. Es una pena pero es la realidad.

            El FNJD fue la base de lo que, después, sería Acción Popular cuyo líder fue Fernando Belaunde Terry, quién llegaría a ser Presidente del Perú en dos ocasiones.

            Pero la conversación que tuvieron mis padres lo recordé siempre y es la manera cómo decidíamos con mi amada esposa, Maria Judith Alva Rivera, el candidato de nuestra preferencia en cuanta elección hemos participado.

Emilia Barcia Boniffatti