Charito regresó del colegio, el CENE “De la Cruz” de Pueblo Libre, y me preguntó sin más:
- Papá ¿Es verdad que ayer has estado defendiendo a las tardonas en la sesión de padres de familia? Por si acaso yo nunca llego tarde.
- Es bueno saberlo, pero no, no he estado defendiendo a las tardonas.
Desde que tengo memoria he observado que mi hija menor, una vez que ha terminado las tareas y ha repasado la lección, organiza su maleta escolar para el día siguiente. Todo queda listo para solamente agarrarlo y salir.
Al levantarse, primerito lava su larga y hermosa cabellera, toma un desayuno frugal y parte rumbo al colegio a pie, que solamente queda a cinco cuadras de la casa.
En la sesión de los padres de familia del día anterior ocurrieron cosas que en verdad me desconcertaron.
Es un colegio religioso de la congregación Canonesas de la Cruz fundada por la venerable Teresa de la Cruz Candamo y debería ser un centro donde se infunda el amor, la caridad y la compasión. Pero esa noche sucedió lo contrario.
La monja explicó que muchas alumnas (era un colegio solo para mujeres) llegan tarde y ya se están tomando medidas para evitarlo: se las retiene durante la primera hora de clase en el exterior (haga lluvia o sol) y pedía a los padres de familia que recomienden qué otros castigos se deben aplicar.
Atónito es escuché a las madres de familia decir sus “sugerencias”:
- ¡Qué les bajen puntos!
- Que sean dos horas.
- Que les impongan una multa.
- Que les suspendan.
- Que se anote en sus libretas de notas.
Es decir, Torquemada redivivo. Era increíble. Incapaz de poder seguir soportando tal desborde de maldades, pedí la palabra.
- Mucho se ha hablado sobre el tema de las alumnas que llegan tarde. Y mi pregunta es ¿hay algún premio para las alumnas que llegan a tiempo? Porque si se castiga también se debe premiar a quien corresponda. Y es que estoy sorprendido de toda la maldad que vierten las madres de familia al compás de usted. Dígame madre, ¿todas las profesoras llegan temprano?
- De mí sé decir…
- No hablo de usted madre, usted vive aquí en el colegio. Hablo de las profesoras que vienen de su casa, utilizando el bus al igual que las alumnas ¿Todas llegan temprano? O también hay castigo para ellas, como descontarlas de sus haberes? O quizás pararlas afuera, con sol o con lluvia, durante la primera hora de clase.
- No podrían dictar sus clases…
- Y las alumnas que son retenidas no pueden atender sus clases. Son ellas quienes pierden más por este sistema injusto. ¿Dónde está la caridad? ¿Dónde está la compasión?, en fin ¿Dónde está el amor? Cualquier persona medianamente culta sabe que una lección no escuchada, ni cien horas de lectura de libros lo puede reemplazar.
- ¿Qué propone usted?
- Que se olviden de castigarlas. Los padres pagamos para que nuestras hijas escuchen las clases completas. NO MÁS CASTIGOS.
Se acordó que no se retendría más a las alumnas que llegan tarde, se va a exhortar a las profesoras para que lleguen a tiempo y constituyan así un ejemplo a seguir.
Como vez Charito, es una cosa de sentido común, si se piensa en castigar debemos también pensar en la contraparte, premiar la asistencia y puntualidad.
Lo hacen en mi trabajo, si llegas tarde, te descuentan de tus haberes, pero si llegas a tiempo y no acumulas faltas por enfermedad o permisos personales, te premian dándote días libres. Más de una vez disfrutamos toda la familia por mis días libres ganados.
Una empresa industrial tiene más criterio para manejar el asunto de la puntualidad con incentivos, lo que no es capaz de hacerlo un colegio religioso donde te dicen hasta el cansancio que DIOS ES AMOR.