En la Plaza 28 de Julio, la plaza más grande de Iquitos nos reuníamos los muchachos de toda la ciudad para jugar. Había rotonda, sube y baja, tobogán y, sobre todo, mucho espacio para jugar.
La Plaza 28 era principalmente el lugar de los mítines políticos desde donde los oradores lanzaban su prédica para convencer a los votantes. También allí nos reunimos para rechazar las pretensiones ecuatorianas para anexarnos a su país que devino en una serie de combates en las fronteras de Zarumilla, Güepí y Cabo Pantoja, así como también en Falso Paquisha. Era el ágora por excelencia precisamente por su gran tamaño capaz de albergar a miles de personas.
Allí nos conocíamos y hacíamos amistad con cualquiera que gustara las noches de plaza. Podíamos formar grupos para jugar Ampay o simplemente nos sentábamos a contar cuentos e historias de la vida real, algunos francamente impublicables, y todos éramos niños.
Los más asiduos éramos quienes vivíamos cerca de la plaza, como los “mellizos”. Dos hermanos muy parecidos que a temprana edad trabajaban debido a su fortaleza. Ambos eran carismáticos y amigables.
En cierta oportunidad me invitaron a su casa en la calle Dos de mayo, a un paso de la plaza.
En la misma calle crucero con la avenida Grau estaba la Panadería El Pueblo donde ellos trabajaban. Cumplían su trabajo como cualquier adulto.
Sentados en la puerta de su casa, de rato en rato entraba uno de ellos y traía una fuente de pan frito. Era pan “cartera”, pan clásico de nuestro tiempo que semejaba una carterita abierta de mujer. Y sacaban bastante pan por lo que pregunté cómo era que tenían ese pan.
Un mellizo contó que el horno de la panadería se había malogrado y la masa preparada se había malogrado: La masa se ha podrido me dijeron al unísono. La masa se ha podrido es un término de panadería, no es que estaba malograda sino que se ha pasado del tiempo de fermentación. La dueña de la panadería les ordenó que botaran toda la masa al tacho porque no lo podrían hornear, tendría un sabor muy ácido. Toda la masa preparada era de pan cartera.
Pero los mellizos en vez de botar la masa al tacho se lo llevaron a su casa que quedaba a media cuadra, y en la noche su mamá los freía en manteca de chancho, muy popular en aquellos tiempos porque el aceite era principalmente para ensaladas.
Que la masa se hubiera podrido fue una suerte para todos nosotros que nos dimos un atracón con la novedad: pan cartera frito, único en el mundo.