Mi tía Manuela, hermana menor de mi madre, María Luisa, siempre que íbamos a visitarla me comentaba sobre sus hijos Rosa, Régulo y Carmen. La tía Manuela era mi única familia en Iquitos.
El tío José, su esposo, en cambio, comentaba más acerca de su yerno Walter. Y siempre era en modo peyorativo, más bien de queja.
Walter estaba casado tempranamente con su hija mayor Rosa y el tío hacía todo lo que podía para procurarles una buena vida. El tío José hizo fortuna como “habilitador”, es decir, que proporcionaba capital a comerciantes, cazadores y pescadores que recorrían los ríos de la selva para procurarse mercancía que luego venían a vender en Iquitos. Pero además de devolver el capital con usura tenían la obligación de ofrecerle a él en primer lugar sus productos. Se hizo millonario, y Régulo trabajaba codo a codo con él.
El tío José le regaló a su hija Rosa una casa, dos o tres cuadras más abajo de su casa en la calle Nueve de Diciembre de Iquitos.
A Walter le regaló una piel de tigrillo para que vaya a comerciarlo y Walter lo vendió por mil soles. El tío movía la cabeza de cólera y de pena: una piel que valía ocho mil soles. Todo lo que le daba lo malbarataba Walter.
De modo que un día que fuimos a visitarlos con mi amada esposa Maria Judith, la tía Manuela me soltó:
- Sobrino Jorge, búscale un trabajo para mi yerno Walter.
No sabía cómo hacerlo pero Judith me dijo que el Auxiliar de la Escuela Regional de Bellas Artes, durante el día era Jefe de Personal en la Molinera Guiulfo. Fuimos a la Escuela y conversamos con él. Al instante me entregó su tarjeta donde había escrito:
El portador de la presente empieza a trabajar el día de hoy.
Nos indicó que mi recomendado se presente temprano en la fábrica porque el turno empieza a las siete de la mañana.
De inmediato partimos en mi moto donde la tía Manuela para comunicarle la buena noticia. Pero Walter me preguntó, porque quizás no pensaba trabajar:
- ¿Cuánto me van a pagar?
- No lo sé – contesté completamente sorprendido – Tal vez el salario mínimo.
- No me conviene.
Hice un gesto de interrogación con las manos a mi tía y ella me respondió con el mismo gesto y se encogió de hombros, como quien decía olvídate ya de él.
El salario mínimo en aquel entonces era 25 soles diario. Cuando salí del ejército trabajé en Lima por el salario mínimo. Luego volví a Iquitos para estudiar en la universidad. Nunca me dijo la tía que mi primo Walter quería un puesto de gerente con un sueldo elevado, a ver si le convenía.
Pero no fue la única vez que recibí el “no me conviene”. Mi compadre Manuel Gutiérrez, Ingeniero Agrónomo, fue nombrado Director del Instituto Agropecuario de Tamshiyacu y me pidió que busque un Ingeniero Agrónomo recién egresado de la UNAP de Iquitos para profesor del Instituto. De toda la Promoción de mi cuñado quedaban muy pocos sin empleo. La mayoría había conseguido trabajo en instituciones estatales. Sabía de uno que todos los días pasaba por nuestra casa en la Julio C. Arana, rumbo a la universidad, Javier Wong Melho. Le comuniqué la buena nueva y él se puso a hacer cuentas:
- Tanto voy a ganar de sueldo de Profesor, tanto voy a gastar en viajes, comida y alojamiento, hum…, no me conviene.
Mi compadre tuvo que hacer venir de Pucallpa un Ingeniero Agrónomo para que trabaje con él, gracias a que mi compadre había trabajado antes en Pucallpa y conocía gente de allí. Añadiré que, como buen jaranero, también era amigo de Juan Wong del grupo musical Juaneco y su Combo.