Una pequeña tienda en el jirón Lima (Próspero) cuadra seis, casi para llegar a la calle San Marín en Iquitos brindaba un servicio importante, muy importante.
Era conducida por un señor joven, nunca supe su nombre, solamente el nombre de su negocio La Puerta de Carlos.
Cuando me casé acudí a su negocio para conseguir la bebida.
Nuestro matrimonio fue muy singular: Nos casamos en la Iglesia Matriz por la mañana y al medio día debíamos acudir al aeropuerto para viajar a Lima para dar inicio a las Prácticas Preprofesionales de Ingeniería Química. Entonces todos los viajeros ya teníamos listos nuestros equipajes preparados para viajar.
El famoso “Vitocho” diseñó y confeccionó el vestido de boda, unas hermanas de edad provecta hicieron el velo, la corona, el buqué (bouquet) de la novia y el pin para el bolsillo del novio, nuestra amiga Carmen Amaya nos hizo la torta más extraordinaria llena de una fabulosa creatividad, de las fotos se encargó nuestro buen amigo que tenía su estudio en la esquina de jurón Próspero y la calle Palcazu, frente al cine Iquitos, el cine más elegante que existía. A nuestro amigo solamente lo recordamos como “El Gato”.
De manera que nuestra boda solamente incluía una corta celebración en el Salón Parroquial donde se sirvió champán helado y bizcotelas a diestra y siniestra.
El artífice de esta comisión fue, precisamente, La Puerta de Carlos. La cosa es por demás sencilla, contratabas el champán y las bizcotelas y él te prestaba las copas con la “explicación” de que lo que se rompe se paga. Se ofreció a poner dos mozos para servir en azafates apropiados el champán helado. En Iquitos no se hiela la botella de champán, se pone hielo picado en las copas y se llena con champán. Los comensales reciben un champán bien helado. Pude ver al señor de la Puerta de Carlos encargarse con la propiedad de haberlo realizado miles de veces pues era el único negocio que tenía ese servicio tan especial.
Así somos los loretanos y hace que sintamos orgullo de nuestros paisanos, ejemplo para el mundo. No nos preocupamos para nada del champán que de eso se encargó La Puerta de Carlos. Dios los bendiga a todos quienes hicieron que nuestra boda fuera maravillosa y jamás lo olvidaremos.