Esta es una historia que ocurrió en un bus camino al Centro de Lima.
Una chica estaba sentada y al lado un muchacho de pie, conversaban, parecía que estudiaban en el mismo instituto, pero, supongo, no tenía mucha educación el joven.
De repente le preguntó a boca jarro a la chica:
- ¿Cuántos años tienes?
- Veinticuatro.
- Eres mayor que yo
La chica se ruborizó. Para aumentar aún más su torpeza, el chico agregó:
- Yo tengo ya visualizado que voy a hacer cuando tenga veinticuatro años.
- ¿Sí?
- Sí. Voy a tener seis mototaxis.
- ¿Por qué seis?
- ¿Sabes tú a cuanto se alquila un mototaxi? Voy a hacerme rico bien pronto.
- Sí, estoy segura que sí.
De esto podemos colegir que la chica fue más generosa que el compañero impertinente.
A una joven que ingresó a trabajar como Bióloga en el Laboratorio Central de la Cervecería Backus le pregunté “¿Cuántos años tienes?”. Al instante saltó el Ingº Héctor Núñez para llamarme la atención:
- Ingeniero Suárez, a una dama no se le pregunta la edad.
Era, a todas luces una impertinencia de su parte, pero preferí explicarle:
- A una dama mayor no se le pregunta la edad. Eso dicen las reglas de la educación. Pero a una jovencita se le pregunta para resaltar lo rápido que alcanzó su grado universitario siendo aún muy joven. Debería usted aprender eso para no andar corrigiendo lo que no sabe.
Cuando lo digo pienso siempre en mi amada esposa, quien a los 15 años terminó la Educación Secundaria y a los 18 años de edad ya era toda una Señorita Profesora con título Profesional. Debo hacer hincapié que en esa época la mayoría de edad se alcanzaba recién a los 21 años de edad.
Luego del lío que me hizo cuando descubrió que era mi mayor, cuando cumplí los 21 años de edad me acompañó al Registro Electoral para sacar mi Libreta Electoral en la primera cuadra de la calle Napo, en Iquitos. Hoy en día a este documento se le llama DNI (Documento Nacional de Identidad), pero sigue funcionando como libreta electoral puesto que le añaden un estíquer en cada votación que se realiza en el Perú.