368 EN LAS ARENAS DE DUNKERQUE

            En el centro de reclutas del Ejército, II CIR (Centro de Instrucción de Reclutas), luego de la lista de Revista a las ocho de la mañana, cada sección se dirigía al campo en la campiña de Chorrillos para recibir instrucción de orden cerrado: marchar al paso redoblado, paso de desfile y paso sin compás, maniobras cuerpo a tierra, castigo mecánico, ranas, canguros, tornillos, planchas, siempre con el fusil de dotación en la mano. Cada día teníamos una ronda de ejercicios físicos de acuerdo al reglamento.

            A las diez de la mañana, con el arma terciada, emprendíamos la marcha al paso ligero durante una hora. Para hacerla más extensa salíamos a la pista.

            Este ejercicio que puede parecer agotador, servía para fortalecer los pulmones, las piernas y el corazón. En tres meses subí de mis escuálidos 48 kilos a 70 y aumenté 7 centímetros mi estatura. Llegué a medir 1 metro setenta y cinco centímetros.

            El capitán de la compañía nos animaba siempre diciéndonos que próximamente haríamos el recorrido Chorrillos – Lima, son diez kilómetros solamente. “Papaya” decíamos los jóvenes.

            Pero en realidad, el entrenamiento era agobiador. Hacíamos los ejercicios hasta casi caernos de cansancio. Y siempre debíamos estar dispuestos para otra ronda más.

            Cada Compañía estaba a cargo de un teniente, el nuestro era el teniente Luis Peirano Figueroa. Cada sección estaba a cargo de un clase, cabo o sargento, o de un “soldado antiguo”. Se les decía mi teniente, mi sargento, mi cabo o mi antiguo.

            En una competencia de tiro fui el número 1 y como premio me dieron un fusil ametrallador ZB30 de 10 kilos de peso, como arma de dotación. Todos los demás tenían el fusil corto original peruano de 3.5 kilos. Mientras ellos corrían con su fusil, yo corría con mi ZB 30. ¿No era para estar feliz?

            En cierta oportunidad en que parecíamos estar cansados, en verdad estábamos muy cansados, un sargento nos mostró una novela que estaba leyendo En las arenas de Dunkerque. Era un ejemplar de bolsillo. Me figuro que muchos libros deben haberse escrito sobre la Operación Dinamo.

            La operación Dinamo fue realizada en mayo de 1940 para evacuar a 150,000 militares británicos de suelo francés, luego que Francia perdiera la guerra frente a la Alemania Nazi. El lugar para la evacuación fue la extensa playa de Dunkerque. Las expectativas fueron superadas, en solo 6 días fueron evacuados 338,872 combatientes (215,787 británicos y 123, 095 belgas y franceses).

            La otra  gran retirada exitosa de la Historia ocurrió en el 401 a. C, narrada por Jenofonte en su célebre Retirada de los diez mil o La Anábasis.

            Nos contaba el sargento que en Gran Bretaña había un sargento que entrenaba a su tropa con esfuerzos extremos hasta caerse de cansancio. Todos los soldados lo odiaban, pero eran la tropa mejor preparada para cualquier eventualidad. Formando parte del contingente que viajó a Francia para defenderla de la Alemania Nazi, recibieron de pronto la orden de retirarse por cualquier medio posible hasta la playa de Dunkerque desde donde serían embarcados para volver a suelo inglés.

            El sargento ordenó a su tropa aligerar equipo y emprender la marcha al paso ligero para recorrer los 60 kilómetros que los separaba de Dunkerque. Llegaron  entre los primeros y con total tranquilidad, antes que empezara el bombardeo sistemático de la Luftwaffe nazi. Allí los soldados supieron el valor del exigente entrenamiento a que los sometió su jefe y gracias a eso pudieron salvar la vida.

            Bueno, más motivados que nunca, seguíamos nuestro entrenamiento sabiendo que algún día podía salvarnos la vida.

            Debo añadir que nunca encontré la novela que nos mostró el sargento, en cambio, encontré Las arenas de Dunkerque de Richard Collier y he visto la película británico-estadounidense Dunkerque de Christopher Nolan, pero no hay ninguna referencia al caso mencionado. Pero que sí nos motivó y eso, para nosotros, fue suficiente.

Dunkerque

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