Existen vocablos que son emblemáticos en la selva peruana, sobre todo en Iquitos, donde se reunían personas que recorrieron el mundo para su formación profesional, porque era más fácil y mucho más seguro, embarcarse en un transatlántico para irse a estudiar en Londres, Madrid, Paris o Roma, que atravesar los Andes en un viaje peligroso y agotador a lomo de mula.
Mucha gente culta existía entonces en Iquitos y tales personas ocupaban los principales cargos políticos y pertenecían a la clase social más elevada.
Pero el habla de mi tierra ha incorporado vocablos de diferentes lenguas que han cruzado nuestro territorio y nuestra vida y se expresan mayormente en frases compuestas.
La palabra que más viene a mi mente es sacha. Si bien en el quechua de Apurímac tiene un significado de silvestre, no cultivado, en Loreto se dice de lo que no es el verdadero, como por ejemplo el sacha culantro que es una planta parecida al culantro y con idénticos usos comestibles, pero no es culantro. El término sacha con el significado que no es el verdadero se aplica en sobrenombres como sacha cura. Posiblemente la persona tiene tonsura en la cabeza o por lo menos, actitudes de cura pero no es cura.
Dicen sacha pintor a alguien que se las de artista pero no tiene las mínimas cualidades de tal.
El lugar más emblemático en Iquitos es el Sacha chorro del cual hoy solamente queda el Mercado del Sacha Chorro.
A un profesor que vivía en la calle Ricardo Palma, cercano a la calle Tacna, le decían Tacsha leva por su corta estatura y el pantalón que se le arrastraba.
A un profesor que tenía manchas en la cara, mi tía Manuela decía que era sucia huya.
A las personas con el vientre abultado, de todas maneras se les dice buchisapas. A quienes para San Juan ingresan en huerto cerrado se les denomina huallpasua, ladrones de gallina.
Mi cuñada Dolores Alva Rivera cuando el cerco estaba mal amarrado decía que eso no es cerco sino cercho. Este es un modo de expresar que vino del otro lado del “charco”. El Rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, dijo refiriéndose a su libro Niebla, que no es propiamente una novela sino apenas una nivola. Quizás quiso dársela de humilde, que no lo era. Pero cuando un crítico le dio la razón diciendo que efectivamente no es una novela de verdad, se puso más bravo que un doberman y replicó:
- Zamarro, más que zamarro, Niebla es una novela y bien novela.
Para qué quiso dársela de humilde cuando no le salía ni por el forro de los botones.
Cuando un niño tenía dificultades para hablar bien, mi esposa, Judith, decía que tenía lengua Quillu callu (coloquialmente lengua de loro, que no sabe hablar bien).
En Requena vivía un señor que andaba siempre con el pantalón bajado, mismo Cantinflas y en vez de cinturón se los amarraba con una soga. Mi suegra, Natividad Rivera Pérez, le decía suru huara. Y cuando alguno de su familia andaba con los pantalones que se bajaban le gritaba viejo Sinacay. Esto era una llamada de atención muy fuerte y debían corregirse de inmediato.
Desde mi más tierna infancia escuché decir una frase destinada a desanimar a alguien que está molestando demasiado o que cree saber mucho, como si fuera el non plus ultra: “Anda así a freír monos en sartén de palo”. Solamente en Loreto se entiende y se le utiliza.
La frase más recurrente en el habla loretana es valgan diá. Apócope del castizo “Válgame Dios”.
El padre Julián Regalado nos contó que cuando la madre Iberico, monja loretana y compañera de colegio de mi esposa, cuando puso el pie por primera vez en Huaraz, mirando el Huascarán dijo con emoción “¡Bruto ese cerrazo!”. Un paisano dijo que había cazado un sajino asisote. Otro manifestó que las hormigas son asicitas pero muerden duro.
Es frecuente que algunas personas no desean hacer notar su amplio conocimiento en temas amazónicos para que no vayan a pensar que son nativos del lugar, en vez de sentirse orgullosos de ese conocimiento. Es proverbial el chiste muy antiguo que se cuenta en Iquitos sobre una dama que regresó de visitar Lima y se expresa en el torpe lenguaje limeño. Caminando por el Mercado Belén se encontró con una vendedora que tenía pescados en una bandeja, bien frescos, y ella llena de “frescura” pregunta:
- ¿Qué pecaíto es ete?
Al parecer, o era o se hacía la tonta, acercó demasiado su dedo a la boca del pescado y este le mordió y ella chilló:
- Ayáu, maldita paña.
Con lo cual quedó develado que la dama en cuestión era oriunda de Iquitos por más que haya deseado pasar por limeña.
En el primer año de universidad, 1964, Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), fuimos de visita a la Piscicultura en la primera cuadra de la calle Ramírez Hurtado (Hoy todas las especies están en Quisto Cocha) y había muchas especies de peces disecados. Para ayudarme en el reconocimiento de las especies le pregunté a una compañera oriunda del barrio de Belén, de apariencia totalmente ribereña, pero me dijo que no lo sabía. Quedé sorprendido, pero le pregunté a Guayaba “El popularísimo” y él al punto me explicó todas las especies. Bagre (cunchi), Boquichico, Bujurqui, Canero, Carachama, Chambira, Corvina, Dentón, Doncella, Dorado, Fasaco, Gamitana, Lisa, Maparate, Mota, Paco, Paiche, Palometa, Paña, Sábalo, Ractacara, Saltón, Sardina, Shiripira, Shiruy, Tucunaré, Turushuqui, Yahuarachi, Yulilla, Zúngaro. Al ver esto, nuestra compañera se animó y comenzó a mencionar los nombres en franca competencia con Guayaba, demostrando que lo sabía todo pero había querido aparentar que no.
Es también muy empleada la sorna, el sarcasmo con el que nos expresamos los loretanos como una manera de “vengarnos” de las malas autoridades. Después de muchos años volví a Iquitos y fui de visita a la casa de mi hermana Mary Wilma y le pregunté a su esposo, Sergio:
- Viniendo del aeropuerto he visto varios tanques elevados de agua que tienen inscritas las siglas R1, R2, R3, etc. ¿Qué significan esas siglas?
- Ah, eso es Roba 1, Roba 2, Roba 3.