353 EL GENERAL CARLOS HERRERA LYNCH

            El Comandante General de la División de Selva del Ejército Peruano, por lo general, es solamente un ave de paso en nuestra tierra. Después nunca nos ocupamos de él, y sabemos quién es únicamente quienes estamos ligados al mundo militar.

            Pero el General Carlos Herrera Lynch fue una persona que caló hondo en nuestra idiosincrasia y durante muchos años se habló de él.

            Mi padre, don Pedro Suárez Soto, fue soldado de la patria donde alcanzó el grado de Sargento Primero por acciones distinguidas en el frente de combate en 1933, con Colombia, y en 1941, con el Ecuador. Dedicó 43 años de su vida al Ejército Peruano pues al darse de baja entró a trabajar como empleado civil hasta su jubilación. De conformidad con la legislación vigente, al jubilarse con tantos años de servicio fue ascendido al grado inmediato superior de Subteniente.

            El año de 1954 el General Herrera Lynch dispuso que a todos los hijos menores de los trabajadores civiles se les entregara  un presente por navidad. Eran juguetes costosos. En el barrio éramos la admiración con nuestros buenos juguetes. También dispuso que en el día de Navidad tuviéramos un desayuno en el cuartel, con chocolate caliente y panetones con mantequilla.

            Los hijos menores debíamos llevar nuestro propio jarro para tomar el desayuno, para lo cual nos entregaron un ticket. Pero se suscitó una situación que preocupó a los militares que estaban atendiendo el desayuno: afuera había una cola grande de niños sin ticket. Un oficial dijo “Ellos son quienes más lo necesitan”.

            Al rato nos vimos acompañados en las mesas con chicos de todas partes, también de nuestro barrio. Mi padre era el único empleado civil del Ejército en el lugar donde vivíamos. Fue un buen desayuno con bastante asistencia. Los soldados prestaron sus jarros a los niños agregados a última hora.

            Toda esta actividad ocurrió solamente una vez en nuestra vida, porque hubo un General que pensaba en las personas no solamente en las estrategias y reglamentos, sino, principalmente en el bienestar general.

            Por donde iba escuchaba a todas las personas ligadas al mundo militar, comentar: “El General Herrera Lynch si es un buen jefe”. Durante mucho tiempo lo escuché porque fue la única vez que alguien daba que hablar.

            Fue para nosotros una suerte que estuviéramos en la época del General Herrera Lynch.

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