Dos amigos que eran muy unidos hicieron un pacto: Si uno de los dos se muere, al fallecer el otro iría a buscarlo en el más allá para seguir con su hermosa amistad.
Se murió uno de ellos y fiel a su pacto, cuando le tocó al otro, este se fue directo al cielo.
Pensando que su amigo también estaría en el cielo fue donde san Pedro y le preguntó por su amigo. San Pedro se puso a buscar en el Libro de la vida y no lo encontró. Muy apenado le dijo que lo sentía bastante pero su amigo no estaba en el cielo. Le dio un pase para que fuera a buscarlo en el purgatorio.
Al llegar al purgatorio preguntó por su amigo al Ángel de la bola de oro. El ángel busco en su libro y tampoco lo encontró. Triste le dijo que lo más probable es que su amigo se haya portado muy mal y se fue de frente al infierno. Le dio un pase para que lo busque en el infierno.
En el infierno preguntó al diablo si su amigo se encontraba alojado allí. El diablo, feliz, lo buscó, lo buscó y nada. Desanimado el diablo porque se le escapaban dos almas, le dijo que san Pedro ya está viejo y no ve bien, dile que lo busque nuevamente en su libro.
Llegado de nuevo al cielo, tenía pase, le dijo a san Pedro su problema. San Pedro revisó dos veces el libro y nada.
Por fin, cansado, preguntó al nuevo inquilino:
- Dime, hijo, ¿qué hacía en la tierra tu amigo?
- Era abogado san Pedro.
- ¡Válgame Dios! ¿Qué tú no sabes acaso que los abogados no tienen alma? Tu amigo no está ni en el cielo ni en el purgatorio ni siquiera en el infierno.