328 LOS MILITARES

            Cuando decimos militares nos referimos casi siempre a las personas que defienden la soberanía del país, llenos de energía y nobles sentimientos e ideales y son nuestro ejemplo, basado  totalmente en nuestra historia patria.

            Allí tenemos los ejemplos de Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Andrés Avelino Cáceres, Ramón Castilla, José Abelardo Quiñones, etc.

            En nuestra familia tenemos ejemplos más cercanos, tales como mi padre, don Pedro Suárez Soto, Clase del Ejército Peruano, quien combatió en las guerras de 1933 contra Colombia y de 1941 contra Ecuador, y mi hermano Raúl Suárez Sandoval, Suboficial del Ejército Peruano, quien combatió contra las guerrillas en el Valle de La Convención.

            Yo mismo, quien serví como Voluntario  en el Ejército durante un año (por tener 5º Año de Secundaria), alcanzando el grado de Sargento Segundo, lo cual quiere decir que conozco desde el interior la vida militar.

            Pero, algunas veces, los militares hacen cosas inapropiadas que nos hacen sentir vergüenza y nos afecta profundamente haciéndonos perder la fe.

            Cuando estuve  en el Centro de Reclutas (II CIR) en Chorrillos, mientras realizábamos ejercicios con el fusil para ponernos “cuerpo a tierra”, donde tenemos que asir el fusil Corto Original peruano modelo 1933 por el cañón con la mano izquierda y por el guardamano con la mano derecha, asentar la culata en el suelo y rodar hasta quedar el pecho en el suelo en la posición de tirador tendido. Al realizar este ejercicio cotidiano al recluta “Machazo” se le rompió la culata de madera del viejo fusil. El oficial de sección Teniente Luis Peyrano Figueroa dijo que era responsabilidad de Machazo y debía pagar setenta soles por una culata nueva y todos los reclutas de la Quinta Sección de la Compañía C debíamos colaborar con él.

            Esto es a todas luces injusto toda vez que se trataba de un ejercicio cotidiano y es el Ejército quien se debe responsabilizar, no el recluta. Me di cuenta que los jefes tratan de evitar los papeleos para reportar el incidente y solicitar una culata nueva, es decir “salvar su responsabilidad”.

            Cuando mi hermano Raúl estaba en la Escuela de Trasmisiones del Ejército, al terminar el primer año los ascienden a Cabo y al terminar los estudios los ascienden a Sargento Segundo. Ahora todos egresan como Suboficiales. Cuando era Cabo a Raúl le encargaron el Casino, una sala de estar con una radio y un televisor. Se quemó el televisor y los jefes le echaron la culpa a mi hermano (en cualquier parte del mundo se queman los televisores y no es por culpa de nadie). Tenía que pagar mil quinientos soles por la reparación, que lo tuve que pagar yo, que trataba de ahorrar de mi salario para postular a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Le di la plata, compré mi pasaje en avión y me fui a Iquitos donde estudié en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP). La despiadada actitud de los oficiales de la Escuela de Trasmisiones del Ejército determinó que yo cambiara mi destino.

            El guardia civil que a los 6 años de edad me hizo cargar un fusil desde la comisaría de la calle Morona hasta la comisaría de la Plaza Grau (10 cuadras) y regresar con otro fusil hasta Morona y como única explicación los sinvergüenzas dijeron a mi madre “Señora, no hay policía que cargue fusil” (Libro digital Cuentos de mi Blog, obra del autor).

            El teniente Rivero de la Policía de Investigaciones del Perú en el Palacio de Justicia quien negaba que la Fuerza Aérea del Perú (FAP) había enviado el informe que decía que no era yo el requisitoriado sino un homónimo. Semana tras semana, mes tras mes iba mi pobre esposa a averiguar, y yo sin poder salir, no podía acercarme a ningún peaje, ni Conchán ni Ancón, y menos al Aeropuerto, hasta que un tramitador, sintiendo pena, le dijo a mi esposa “señora, dígale que le va a recompensar”. Al instante el miserable puso papel en la máquina de escribir y confeccionó el Certificado de Homonimia, por unos miserables cinco soles. (Cuentos de mi Blog, obra del autor).

            Mi hija Luisa, Cirujano Dentista graduada en la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), participó en el concurso para asimilarse a la FAP. No calificó en las pruebas físicas. Pero un colega y compañero de estudios le dijo que se retiró del programa porque los oficiales eran unos abusivos: dispusieron que el último en la carrera de 600 metros planos pagaba el almuerzo de los oficiales, y él era siempre el último. Se aburrió por esa execrable actitud de oficiales que deben ser siempre ejemplos de pundonor y no unos miserables abusadores y angurrientos. Qué indigno.

            Los Generales que dan golpe de estado y se apoderan del poder por 12 años, destruyendo para siempre el sistema judicial, el sistema educativo, la propiedad privada y la moral del país.

            Un General del Ejército que roba gasolina es el súmmum de toda esta recatafila de indignidades  y deshonor. El honor que debe siempre caracterizar al militar está de duelo.

327 LAS INCONSISTENCIAS DEL AMOR

            El amor es, por definición, un sentimiento de afecto universal, es decir de aprecio hacia algo o alguien que nos agrada mucho.

            Quienes deciden formalizar su relación entran en una etapa de inicio de responsabilidades compartidas y ponen a prueba su temple y la fuerza de ese sentimiento llamado amor. Si logran capear los temporales estarán más que preparados para dar ese gran paso al que todos aspiramos: unirnos en matrimonio para toda la vida.

            Fuente: Nuestro Amor, Una historia de la vida real, libro digital del autor.

            Esto significa simplemente que quienes contraen matrimonio lo hacen para toda la vida y son desde entonces una sola realidad. Cualquier situación diferente es nada más que imitación pobre del amor y quienes participan de ello suelen estar equivocados desde el principio.

            En el mundo que conocemos  se da el amor como única realidad y ni la muerte o la enfermedad puede hacernos titubear: Nos casamos y nos amamos por toda la vida.

            En el mundo norteamericano le dan muchísima importancia a las tradiciones y formalidades: El pretendiente se tiene que poner de rodillas, delante de público, y con el anillo de compromiso en la mano para pedirla en matrimonio. El notario los casa de acuerdo a fórmulas rituales que termina en “En virtud del poder que me otorga el Estado de California, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia”.

            En el medio del ritual repiten una y otra vez “en la salud y la enfermedad” y “para toda la vida”. Lo malo es que “para toda la vida” les dura escasamente tres meses.

            Es por ello que hay tanto gringo que es ex o tiene ex. Algunos famosos tienen cuatro o cinco matrimonios e igual número de divorcios. El sufrimiento es mayormente para los hijos, tanto que hasta se cuentan chistes: “Tu papá es genial – le dice un chico a su amigo – el año pasado lo tuve yo”.

            Lamentablemente en nuestro mundo está también ocurriendo algo así, y no solamente en el mundo mediático, donde dicen muy sueltos de huesos “se acabó el amor” para justificar su separación, sino también en familias cercanas a nosotros. La realidad no es que se haya acabado el amor sino que nunca hubo amor, porque el amor nunca se acaba.

            En Iquitos, mi concuñado se separó de su mujer para irse con una vieja que tenía un cuñado que era fiscal. Un día que pasábamos con mi enamorada por la calle, se acercó una niña de unos 8 años y le metió un puñado de papeles en el escote de la espalda de mi enamorada. Todo sorprendidos no reaccionamos, seguimos nuestro camino, limpiándola.

            Al día siguiente mi enamorada recibió una citación del juzgado acusándola de haber golpeado a una menor. Acusación falsa pero que produjo una situación de aflicción en ella. Pidió permiso en el colegio y la llevé a pasear a Nanay para tranquilizarla. Allí me dijo que a la vuelta de la casa hay un abogado que dicen que es bueno. Fuimos a verlo y al leer el nombre del demandante dijo “este zambo, va a recibir su merecido”.

            Fuimos al juzgado y el doctor nos dijo: quédense junto a la puerta. Ingresó, habló con el fiscal y le vimos que apuntaba con un dedo amenazador al mal funcionario. Regresó y nos dijo “Vamos, ya quedó en nada. El zambo ha retirado la demanda”. Nunca supimos qué le había dicho pero jamás se volvió a meterse con nosotros. Nuestro abogado era bueno de verdad.

            La señora Mary, una paisana y residente en la nueva urbanización escribió una carta a mi cuñada para avisarle que su esposo había ido a ver la casa que los esposos estaban comprando en Vista Alegre. Esa misma semana mi cuñada agarró a sus hijos y viajó a Lima a recibir la casa que habían comprado y allí viven desde entonces. Años después mi concuñado volvió al nido como el perro apaleado con el rabo entre las piernas.

            Mi tío José, apenas se volvió millonario en Iquitos se hizo de una querida y mi tía Manuela, hermana de mi madre tuvo que batallar para que la otra no se quedara con todas las cosas. Y eran muchas cuestiones de valor.

            Mi otro concuñado embarazó a una compañera de trabajo y se fue a vivir con ella.           En Iquitos hay muchas maneras de ir de la casa donde vivían a su trabajo pero cínicamente pasaban por nuestra calle sabiendo que la suegra estaba siempre a esa hora en la ventana viendo pasar a la gente. Pasaban cogidos de la mano para hacer más oprobiosa su falta. Me dolía ver a mi suegra mirándolos fijamente, sin pronunciar ni una sola palabra ni hacer ningún gesto, casi como una estatua de piedra. La llegué a querer como a una madre, habida cuenta que ayudó a su hija a criar a nuestras hijas mellizas.

            ¿Cómo pueden ser tan indolentes y brutales estas personas? ¿Nunca les dieron educación (valores)? ¿No tuvieron padres? ¿Nada ni nadie les importa?

            Después mi concuñado se recibió de periodista y consiguió trabajo en Pucallpa. Fueron entonces a residir allí, menos mal.

            Felizmente nuestros padres y nosotros mismos tenemos matrimonios sólidos que ni  un huracán lo puede sacudir. Felizmente. Tampoco hay huracanes acá, y en Iquitos solamente el ventarrón de santa Rosa que no afecta a los matrimonios pues solamente es un fenómeno meteorológico.