Cuando era niño, mi papá solía enseñarnos mediante anécdotas o cuentos con la intención de educar nuestro carácter y nuestra atención al lugar donde estuviéramos en situación de riesgo para cuidar nuestra seguridad y, sobre todo, nuestra salud.
Nos contaba, por ejemplo, que un soldado llevaba siempre una cuchilla en el bolsillo de su camisa. En Iquitos a la cuchilla se le llama chaveta. En cierta ocasión el soldado se bajó a la volada del camión y tropezando cayó de pecho en el suelo clavándose la chaveta en el corazón. Muerte instantánea. “Por eso nunca debes llevar una chaveta en el bolsillo de la camisa”. Y claro, nunca llevé ninguna chaveta en ningún bolsillo. Desde niño siempre he usado cortaplumas: navaja con las cuchillas plegadas.
Nos contaba también el cuento del gallinazo. Este cuento está contenido en mi libro “En nuestra Selva”. Con la finalidad de poder discernir a quien debes preferir salvar: a tus padres o a tus hijos. Merece leerlo.
Pero el más didáctico y su preferido era el siguiente:
En el Ejército ascendieron a Cabo a un soldado y había otro Soldado que pensaba que a él debían de haberle ascendido por su mayor antigüedad. Se quejó donde el Capitán.
El Capitán oyó atentamente su queja; justo en ese momento se escuchó afuera un ruido de motores y el Capitán le preguntó:
- “¿Qué es ese ruido que se oye afuera?”.
- “No sé, mi Capitán”
- “Pues, vaya a averiguar”.
Regresó el soldado con la respuesta:
- “Es un camión que está arrancando”.
- “¿Para qué está arrancando?”.
Volvió el soldado al lugar de los acontecimientos y averiguó. Regresó a la oficina.
- “Mi Capitán, el camión está arrancando el motor porque van a salir de viaje”.
- “¿Para donde es el viaje?”.
Nuevamente al teatro de los hechos para averiguar este último encargo.
- “Mi Capitán, se van a ir a la Selva”.
- “¿Para qué van a la Selva?”.
El Soldado va a la carrera a enterarse.
- “Mi capitán, van a la Selva para traer pertrechos y avituallamiento”.
- “¿Cuántos hombres van a viajar”.
El soldado regresó con la respuesta:
- “Mi Capitán, van a viajar 10 soldados”.
- “¿Solos?”.
Una vez más a averiguar.
- “Mi Capitán, los 10 soldados van con dos Cabos”.
- “¿Solo dos Cabos?”.
Otra vez, la comisión.
- “Mi Capitán, va un Sargento con los dos Cabos y los 10 soldados”.
- “¿No va ningún Oficial?”.
El soldado corría para encontrar la respuesta y volvió acezado.
- “Mi Capitán, con la tropa va un alférez”.
- “Muy bien Soldado, párese a un lado”
Mandó al Furriel que llame al Cabo recientemente ascendido.
Se presentó el Cabo y el Capitán le hizo la misma pregunta que había hecho al soldado: “¿Cabo, qué es ese ruido que se oye afuera?”.
El Cabo fue al lugar y averiguó todo lo concerniente y regresó a la volandas donde el Jefe:
- “Mi Capitán, es un camión militar que va a la Selva para traer pertrechos y avituallamiento para el personal. Van un Alférez, un Sargento, dos Cabos y 10 soldados”.
- “Muy bien Cabo. Puede retirarse”.
Entonces el Capitán se dirigió al Soldado que había observado todo en silencio:
- “¿Se da cuenta, Soldado, por qué le he ascendido a él?”.
- “Sí, mi Capitán. Está muy bien mi Capitán. Lección aprendida mi Capitán”.
Pero aun así, a pesar de la lección, a veces uno no aprende: Cuando le conté a mi papá en su trabajo que me habían eliminado en el Examen para la Escuela Militar de Chorrillos, su jefe que había escuchado me dijo “Si me mandan a hacer diez flexiones en la barra, pues yo hago veinte, así si fallo en algunos todavía tengo suficientes”. No me quedó más que aceptarlo: “Está bien mi Teniente. Lección aprendida mi Teniente”.
En una película o serie policial ascienden a una mujer policía y su compañero estaba resentido y se quejó porque pensaba que a él le tocaba el ascenso. En toda historia policial siempre cerca a la comisaría hay un bar, y a este bar van los policías a relajarse o a celebrar el cierre exitoso de un caso o un ascenso o para rendir homenaje a un compañero de armas caído en acción.
En esta ocasión fue el Jefe con la Oficial ascendida y algunos otros. En el bar estaba el resentido, borracho rumiando su cólera y no perdió la ocasión de reclamarle al Jefe. Este gritó: “A mi oficina”. Mismo “Fonsi” de “Los Años Maravillosos”, al baño.
Le dijo al resentido:
- “Informe del lugar”.
- “Bueno, hay gente, está gente. Jefe estoy borracho”
Se dirigió a la Oficial ascendida con el mismo requerimiento. Ella presentó su informe:
- “A la derecha hay tres hombres vestidos de vaqueros, deben ser miembros de algún equipo de rodeo, al fondo hay una pareja muy acaramelados y adelante están cuatro personas jugando Pool, vestidos con terno, deben ser gente de una oficina cercana y hay dos jóvenes en la máquina tragamonedas, parecen universitarios por sus útiles”.
- “¿Te das cuenta?- le dijo al reclamante – ¿Entiendes por qué la ascendí a ella?”
- “Pero Jefe, estoy borracho, estoy en mi día libre”.
- “Ella nunca está de día libre”.