Mujer o fémina es el ser humano femenino o hembra, independientemente de si es niña o adulta. Tiene diferencias biológicas con el varón, como la cintura más estrecha, cadera más ancha y pelvis más amplia, diferente distribución y cantidad de vello, tejido adiposo y musculatura. Sus genitales son diferentes y sus mamas, a diferencia del varón, están desarrolladas.
Mujer también remite a diferencias de carácter cultural y social que se le atribuyen por género.
El Día Internacional de la Mujer se celebra el 08 de marzo.
Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre
Muchas páginas se han escrito sobre la persona humana femenina, poemas y canciones al igual que muchos cuadros y esculturas. La referencia artística más antigua acerca de la figura femenina lo constituyen la Venus de Hohle Fels (Suabia, Alemania), una escultura de marfil de 6 centímetros de alto y de aproximadamente 35,000 años de antigüedad, y la Venus de Willendorf (Austria), una estatua de 11 centímetros de alto y corresponde a una fecha entre el año 27,500 a 25,000 a. C. La estatua más famosa, sin embargo, es la Venus Calipigia (copia de un original helenístico del siglo III a. C.), estatua en mármol blanco de 152 cm de alto. Calipigia significa “la de bellas nalgas”.
Ilustres escritores la mencionan como un dechado de prudencia: Don Miguel de Cervantes y Saavedra le hace decir a Sancho panza en el Segundo Tomo, Capítulo 7 del Don Quijote de La Mancha: “Teresa dice – dijo Sancho – que ate bien mi dedo con vuesa merced, y que hablen cartas y callen barbas, porque quien destaja no baraja, pues más vale un toma que dos te daré. Y yo digo que el consejo de la mujer es poco, y el que no le toma es loco”.
Pero no falta quien las maltrata simplemente por ser mujer: “Las mujeres son animales de pelo largo e ideas cortas”. (Schopenhauer, filósofo alemán, siglo XIX).
En la cháchara común y vulgar se suele decir “Mal con ellas, peor sin ellas”.
Un chiste antiguo dice que el país más feliz de la tierra es el Japón, porque tiene la “China” al lado.
Mi hija Claudia, cuando estudiaba Diseño Gráfico en la Pontificia Universidad Católica, tenía una compañera que decía de sí misma: Soy una “descarada”, una “despechada” y una “despótica”; quien tenga oídos para oír que entienda.
Pero de hecho nadie puede vivir sin una mujer al lado que es quien hace resaltar la verdadera valía del hombre: “Detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer”.
Es una gran frase con mucho sentido del valor, es decir, de lo que vale una mujer. Se cuenta una anécdota presidencial en los Estados Unidos:
«No hace mucho tiempo, la pareja presidencial estadounidense, Barack y Michelle Obama, fueron a cenar a un modesto restaurante al que solían ir en sus épocas universitarias. El dueño del lugar, le solicitó al cuerpo de seguridad de los Obama que le permitieran acercarse a la primera dama para saludarla, a lo cual accedieron.
Barack Obama le preguntó a su esposa por qué el dueño del merendero estaba tan interesado en saludarla y ella le respondió: “es que hace muchos años él estuvo enamorado de mí”. Y el Presidente le dijo: “O sea que, si te hubieras casado con ese hombre, tú serías la dueña de este restaurante”. Y su mujer remató: “No. Si me hubiera casado con ese hombre, él sería el presidente de los Estados Unidos”».
En la Universidad de la Amazonía Peruana (UNAP), Iquitos, en la cátedra de Sociología, con el profesor Enrique Grajeda Chalco realizamos un estudio sociológico en Belén zona baja. La conclusión más relevante fue que por cada hombre había 9 mujeres en esa parte del mundo.
Una madre, dos abuelas, tres tías, seis primas, tres hijas y tres nietas, me han proporcionado suficiente información para poder decir que la mujer nunca tiene la culpa.
Estábamos ya casados y viviendo en nuestro mini departamentito en Iquitos, por supuesto frente a la casa de su mamá, listos para salir por la tarde, ella al trabajo y yo a la Universidad, cuando de repente se encendió. El hombre es fuego y la mujer estopa, viene el diablo y sopla, y cómo soplaba el condenado.
Jamás me he enterado por qué se molestaba, por algo que quizás yo había hecho o que quizás no había hecho, pero estaba tan molesta que tiró la puerta del botiquín del baño que se reventó en mil pedazos. Me miró desafiante y me dijo “¡tú te tienes la culpa!” y se fue al trabajo. Yo a la universidad, y al regresar mandé cambiar el espejo porque el botiquín viene incluido con el departamento. Lo bueno de las tempestades familiares es que son como las tormentas de verano en la Selva, duran muy poco.
En Iquitos es común y enteramente normal que las damas usen zapatos bajos para ir al trabajo y sandalias decorativas para salir a pasear pues resaltan la belleza de sus pies bien cuidados. Cuando viajamos a Lima para nuestra Luna de miel Judith se ponía unas sandalias de color rosado, ribeteados, que lo compré expresamente para este fin. Paseábamos por el Centro de Lima visitando las tiendas, museos y Palacio de Gobierno y no había mujer que no bajara la vista para mirarle los pies a mi esposa. En Lima no existía esta moda y las mujeres no se atrevían a mostrar sus pies desnudos en verano por la ciudad. En suma, llamaba claramente la atención de propios y extraños. Ella se abochornaba al principio porque llamaba la atención, pero después se adaptó y le gustaba.
Huelga decir que ella ha dirigido desde siempre toda mi vida: me hizo poner una camisa de nylon de colorines para ir al trabajo, donde me decían pareces globo de fiesta, me hizo poner calzoncillo bikini cuando yo toda mi vida había usado calzoncillo militar bermudas. Me hizo usar zapatos Makarios de cuero de guante y tacones, propio para jovencitos y me compró cinturones gruesos de suela con grandes hebillas de bronce que parecían más apropiados para macanas y también unas corbatas muy anchas que estaban de moda y venían con pañuelo del mismo color para el bolsillo del saco. En fin, ella hizo mi vida y mi vida fue hermosa. Demás está decir que me hizo tomar café, que es desde entonces la bebida familiar.


