El Centro Latinoamericano de Asesoramiento Empresarial (CLAE) estaba ubicado cerca a la embajada de Argentina y cuando íbamos en micro, sobre todo para no hacer notar que estamos llevando dinero en nuestros bolsillos y de esta manera, un tanto simplona, eludir a los ladrones, decíamos “Bajan en la Embajada Argentina.
Pero el cobrador y voceador invariablemente gritaba a voz en cuello “Bajan clái”, con lo cual nos descubría y exponía a merced de los delincuentes, de manera que bajábamos del micro todo azorados.
Mucho se ha hablado de CLAE, sobre todo en los medios de comunicación cuando de manera concertada lo satanizaban. Pero esta institución captaba ingentes cantidades de dinero fuera del sistema bancario en el cual nadie confiaba luego del descalabro de Alan García.
Esta situación desesperó a todos los bancos y montaron una parodia para cerrarlo. El único lugar donde podías depositar tu dinero y cobrar en el plazo indicado con altos intereses fue cerrado y nos quedamos sin nuestra principal fuente de ingresos.
Todo dinero que llegaba a nuestras manos corríamos a depositarlo con la seguridad que lo vamos a recuperar con creces.
Lo clausuraron y dijeron que devolverían a la gente su dinero depositado pero esto jamás ocurrió, metieron al dueño a la cárcel, sin tomar en cuenta que un solo hombre no podía haber montado un sistema tan eficiente y hubo muchas personas responsables, pero solamente encerraron a Carlos Manrique. Los bancos felices y contentos, lo mismo que la sunat que te cobra impuestos hasta donde no hay servicios.
Perdimos toda nuestra última inversión porque las autoridades se quedaron con todo. Nos queda solamente el consuelo de que “sacamos más de lo que metimos”. Es decir que fue bastante provechoso pero la envidia pudo más.
Cuentan, a lo mejor son solo mitos urbanos, que Clae prestaba dinero con usura a los pequeños empresarios que siempre están necesitados de capital para poder trabajar y los bancos no los tomaban en cuenta porque no contaban con garantías formales. Y les cobraba sí o sí, que para ello tenía personal y por eso nos pagaba los intereses más altos del mercado.
Nos dio mucha pena lo que pasó al señor Manrique y también nos dio mucha pena perder nuestro dinero porque había significado una verdadera ganancia en esos tiempos tan oscuros: una luz al final del túnel.
Tengo entendido que no fue el único que captaba dinero para prestarlo a terceros, a quienes cobraba intereses con usura, para pagar a sus aportantes intereses elevados. El gordo Acosta, mi Asistente en la Cervecería, me dijo en aquel entonces que él le daba su dinero a un abogado, quien hacía lo mismo que Manrique pero en una escala muchísimo menor. Acosta me decía que su lema del abogado era: Nunca todo a uno solo. Lo que le entregaba el gordo lo distribuía en tres porciones y lo prestaba a tres personas, si alguno fallaba los otros dos le permitían cumplir.
La verdad es que en tiempos difíciles la gente busca la manera de invertir lo poco que ha podido guardar para evitar la pérdida de su valor por la hiperinflación.
Quienes han satanizado a Clae no supieron de problemas y la necesidad de la gente para sobrevivir. La supervivencia es deseo de muchos y tarea de todos.
Qué pena haber perdido a CLAE.