184 MANOSANTA

            “Persona a quien se le atribuyen poderes de curación por medio de sus manos”.

Fuente: nómbrame, disponible en https://www.nombra.me/significado-acentuacion-rimas/manosanta.html

           

            Estaba participando en el Programa de Cooperación Popular Universitaria en San Antonio de Cumbaza, provincia de San Martín, departamento de San Martín, Perú, cuando tuve que ir a Tarapoto.

            Mientras almorzábamos con el chofer de la Central Básica de Cooperación Popular y el boticario, les contaba sobre mis actividades en el distrito de San Antonio. Cómo desde el Primer año de Secundaria estuve llevando cursos de Primeros Auxilios, me pusieron a cargo del Botiquín del Programa. Básicamente realizaba curaciones de heridas y las más de las veces con una sola curación se sanaban.

            Fue el boticario quien me dijo “entonces eres manosanta”. Me agradó el apelativo y siempre en las muchas ocasiones en que hice curaciones les decía a mis “pacientes”:

  • A mí me han dicho que soy manosanta y con una sola curación te vas a sanar.

            El tratamiento es diferente según se trate de heridas producidas recientemente o abscesos. En el primer caso primero conviene lavar la herida con agua y jabón con la finalidad de eliminar cuerpos extraños que vayan a causar daño posterior, luego viene la desinfección con alcohol y la aplicación de aseptil rojo para cicatrizar la herida, polvo secante y un apósito con gasa y esparadrapo.

            En el caso de abscesos es necesario reventarlo con una aguja esterilizada por medio del fuego y alcohol para hacer salir el pus y luego apretarlo hasta que salga “su casa”. En mi tierra, Iquitos se le llama “chupo” a los abscesos y siempre había muchos casos de chupos por las condiciones sanitarias insalubres de aquellos tiempos. Entonces se decía que si no sale “su casa” el chupo no se va a sanar y siempre va a estar drenando pus. La casa es una bolsa en el interior del chupo que contiene toda la materia infectada.

            Aquí, en Pueblo libre he atendido varios casos de heridas recientes y un caso de absceso. Todos mis pacientes han quedado satisfechos.

            Como en nuestra casa he sido siempre yo quien daba a todos sus medicinas, a su hora, mis hijas me llamaban “doña Paquita”, como el personaje del libro (guion de la película) “Los jueves Milagro. Doña Paquita andaba persiguiendo a todos los enfermos para hacerles tomar el “Agua milagrosa de San Dimas” para sanarlos. En casa todos leemos.

            El caso más dramático fue cuando mi nieta Ainhoa era bebita, jugando con su papá, se lastimó con el reloj de pulsera metálica, en la muñeca, en la parte que da a la palma de la mano con profusión de sangre. Me llamó Charito para curarla. Le dije que debía aplicarle alcohol para que pare la sangre, que se lo pasaría rápidamente soplando para que no le arda mucho, pero es necesario ponerle alcohol. Luego del alcohol le puse una gasa y lo cubrí con esparadrapo circundando la muñeca para que no se lo saque. Si lo saca la herida se volvería a abrir.

            Quedó muy bien, no quedó ninguna cicatriz a tal punto que nadie recuerda en cual mano fue. Pero a ambos padres les consta que soy manosanta porque todas las veces que voy a realizar curaciones se los manifiesto.

            Siempre ha sido así, no sé exactamente si por la curación en sí o por las palabras que les digo para infundirles confianza. Pero siempre ha surtido efecto y la gran mayoría de las veces que he realizado curaciones se han sanado como por ensalmo. Pero yo me sigo creyendo manosanta.

            Y no solamente yo, también mi nieta Andrea tiene ese efecto. Ella siempre hace todo lo que nos ve hacer.

            La abuelita iba todas las tardes a cuidarla en su casa hasta que regresen sus padres del trabajo, más una vez perdió pie y se tropezó en la pista cayendo sobre su rodilla que quedó lastimada. Tan pronto llegó a la casa, Andrea corrió a traer su botiquín y le curó la rodilla. Cuando volvió a nuestra casa observé su rodilla y vi que estaba bien atendida y no fue necesario hacerle nada más. Fue también la única curación pues la herida se sanó. Nuestra nieta es también manosanta y quienes se pongan en sus manos saldrán aliviados.

Todos sabemos que el único que en verdad cura es Jesucristo y siempre nos encomendamos a Él.

Una curación

          

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