El trasplante es un tratamiento médico muy complejo, y el único tratamiento que necesita la solidaridad de otras personas para llevarse a cabo.
¡Sin donaciones, no hay trasplantes!
Fuente: Generalitat de Catalunya gencat.cat
Disponible en http://trasplantaments.gencat.cat/es/trasplantament/trasplantament_d_organs/
Hace poco vi en un capítulo de CSI New York un caso en el que un hombre seguía a la detective Jo Danville. Ella piensa que se trata de un acoso, así que se le enfrenta. El caso es que el hombre, profesor universitario, había recibido el trasplante del corazón de la hermana de la detective, quien había fallecido en un accidente de tránsito.
Luego que aclaran el tema ella le pregunta cómo es que se había enterado de quien había sido la donante, toda vez que no se debe saber la procedencia. Él le explica que una enfermera le había dicho que hubo un accidente de tránsito en la que falleció una mujer, y por la rapidez con se hizo la operación supuso que había sido ese mismo día, un viernes 13.
Jo Danville completa la historia deduciendo que de esa manera buscó en los diarios sobre accidentes en ese día en la que había fallecido una mujer. Supo de esa manera la identidad de la donante.
Definitivamente cuando tu familiar recibe un trasplante que le salva la vida y mejora su calidad de vida, lo primero que uno piensa es en averiguar quién es la persona de donde procede el órgano salvador, para dar gracias a sus familiares y tal vez reconfortarlos.
Se lo hice saber a mi hermana Mónica cuando le hicieron un trasplante de riñón en el Hospital Rebagliati, pero ella me explicó que los doctores les habían dicho que no es conveniente desde ningún punto de vista: puede prestarse a chantaje, de manera que es mejor que todo permanezca en el más completo anonimato.
Hay una larga lista de personas enfermas que necesitan de nuestra solidaridad para seguir viviendo, y conforme vayan apareciendo donantes cadavéricos compatibles se realizan los trasplantes. Definitivamente le cambia la vida al receptor.
Mónica me contaba sobre las funciones de cada médico en el área de trasplante, el Jefe de Piso, el doctor Carlos Liendo Liendo, y los otros médicos. Uno de ellos, me dijo, es el “chamullador”, es el médico cuya función es convencer a los familiares para que acepten que su familiar fallecido sea donante. La mayoría no quiere saber nada, pero algunos se dejan convencer por su “labia”. Un cadáver puede proveer varios órganos y salvar la vida a una media docena de personas.
Una persona trasplantada debe cuidarse mucho, durante los primeros meses tiene que andar por la calle con mascarilla porque para evitar el rechazo del nuevo órgano los médicos especialistas le bajan las defensas de inmunidad: por una extraña paradoja, su propio sistema de inmunidad le podría ocasionar la muerte.
El paciente regresa a su vida normal, mi hermana era profesora y continuó con sus funciones. Pero en los primeros meses debe alejarse de las multitudes. Cuando fuimos a votar le expliqué al Supervisor Electoral la situación de mi hermana quien debía estar lo menos posible cerca a las personas, de manera que la hizo ingresar directamente a votar. Le pedí que hablara con el responsable de mi Mesa de votación para votar yo también de manera preferencial toda vez que tenía que llevarla de vuelta a su casa. Nos ayudó.
En la Cervecería Backus había un Supervisor de Cocimiento que tenía que someterse a hemodiálisis renal. El gordo Acosta me decía que la víspera de su diálisis se “zampaba” un bistec montado, que les está prohibido, porque al día siguiente se iba a limpiar su sangre. Siempre estaba flaco y pálido, hasta que le hicieron el trasplante y entonces se le vio lleno de vida.
No duró mucho el trasplante de mi hermana. Volvieron a dializarla hasta que su corazón no resistió más. Desde que vino evacuada de Iquitos su vida fue un calvario, le sacaron un riñón y como el otro no funcionaba bien la pusieron en hemodiálisis. La trasplantaron y su vida fue una perpetua alegría. Le gustaba bailar. De hecho, con nosotros pasaba la Navidad, pero el Año nuevo lo pasaba con Vivian donde había una jarana “de rompe y raja”, porque, decía ella “nosotros éramos unos aguados”: no somos jaraneros.
En la casa de Claudia la llamaban la “tía regalos” porque siempre se aparecía con un juguetito para Andreíta.
Cuando falleció, el médico de Turno dijo que debían hacerle la autopsia. El seguro ha invertido en ella miles de dólares y tenían derecho a saber cuál fue la causa verdadera de su deceso y eso solo era posible con una autopsia. Pero también nos dijo que solamente el Jefe de Piso podía autorizar que no se realice.
Hablé con el doctor Jefe de Piso señalándole que mi hermana ya había sufrido bastante y ya era tiempo de dejarla en paz; y él me dijo que justamente en esos días había denuncias contra los médicos del seguro en la televisión. Cerca de nosotros estaba un joven alto y de pelo corte militar, Pedro Suárez Luján. Señalándole le dije:
- El joven que está allí fue criado por mi hermana y él la ha llamado siempre mamá, es policía de fuerzas especiales, de la DINOES, y él no quiere que le hagan la autopsia a su mamá. Ninguno de nosotros va a reclamar nada.
El Jefe de Piso autorizó que no se realice la autopsia y pudimos llevarla para preparar su sepelio. Nos dolió a todos porque era la menor de siete hermanos y mi favorita desde que nació. Siempre fui el responsable de ella.
Mi hermana Mónica