150 LA MEMORIA DE NUESTROS HIJOS

EL DESARROLLO DE LA MEMORIA DE LOS NIÑOS
La memoria es algo que acompaña al niño desde el momento en el que nace. Ésta se irá desarrollando a lo largo de su vida y se convertirá en un instrumento importantísimo de cara a diversas actividades de la vida. Los padres podemos contribuir a que esta capacidad se potencie al máximo y a que madure correctamente.

            No es extraño que los primeros recuerdos que tenemos de nuestra infancia se remonten a cuando teníamos tres años, la misma edad a la que se empieza a hablar. Y es que es en estas edades cuando los niños empiezan también a desarrollar la atención y la capacidad de observación. Si les estimulamos de una forma adecuada, esta herramienta mental se perfeccionará notablemente.

Fuente: hacerfamilia/psicología, disponible en:

https://www.hacerfamilia.com/psicologia/noticia-desarrollo-memoria-ninos-20150414100822.html

El 21 de diciembre de 2014 mi yerno Juan Vargas escribió en su cuenta de Facebook:

«Es increíble cómo funciona la memoria a los 3 años de edad.

Saliendo de un día de shopping con Rafaela yo andaba un poco desubicado para encontrar el auto en el sótano del Centro Comercial y solo por el hecho de hablarle le digo «hijita, por si acaso, ¿tú te acuerdas en que número hemos dejado el auto?». Ella después de un par de segundos de silencio – respondió – «en el 34 papi» y tan grande fue mi sorpresa cuando encontramos el auto ahí, en el 34, sobre todo porque cuando llegamos nunca le había mencionado nada de eso«.

Esto me hizo recordar lo ocurrido con mi hija Luisa Suárez, mamá de Rafaelita, cuando tenía de 6 a 8 meses de edad. Trabajaba yo en La Oroya para la Cerro de Pasco Corp., y mi esposa de repente me llamó por teléfono desde Iquitos para decirme que están viajando, con nuestras hijas mellizas Luisa y Claudia, para venir a vivir conmigo.

La Oroya nunca fue un lugar apropiado para los niños porque era un Centro Metalúrgico y toda la ciudad estaba llena de humos en su mayoría tóxicos por la fundición y refinación de metales. Bastaba ver el Dispensario lleno de niños aquejados de muchos males, sobre todo bronquiales y dermatológicos. De manera que alquilé un chalet en Tarma, distante a 50 km de La Oroya. Tarma es un lugar magnífico para vivir y apropiado para el desarrollo de los niños. La Oroya está a 3750 msnm y Tarma está a 3050 msnm.

Trataba de ir todos los días para estar con ellas, con todas las dificultades que se puedan imaginar habida cuenta que trabajaba en turnos: de 8 am a 4 pm, de 4 pm a 12 pm y de 12 pm a 8 am.

Las mellicitas, Lisa y Cisa, apenas se pudieron sentar comenzaron a gatear. En la casa de Tarma con piso de parquet gateaban por toda la casa. Su mamá les hizo overoles largos de franela para ayudarlas en su desplazamiento.

En cierta oportunidad cuando llegué a la casa, mi esposa, Judith Alva, me dijo que necesitaba aplicarle a Claudita el Vick Vaporub y no lo encuentra. Y no era cosa de ir a la farmacia y comprarlo. Era domingo y en ese entonces solamente abría la farmacia de turno, y teníamos que averiguar primero qué farmacia estaba de turno. Judith me dijo que había visto que Lisa estuvo jugando con el pote.

Abracé a mi hija y le pregunté, mostrándole mi mano con los dedos índice y pulgar como haciéndole ver el tamaño: “Lisita ¿sabes tú dónde está el Vick Vaporub?”. Sucedió algo extraordinario, como para no creerlo, sonriendo se puso en cuatro pies y se fue gateando hasta una silla que estaba en el otro extremo de la sala. La casa nos alquilaron con muebles y cocina. La silla forrada en terciopelo rojo tenía un agujero en el asiento, del que nunca me había fijado. Mi pequeña hija se puso de pie agarrándose de la silla y metió su dedito en el agujero y sacó el remedio que me lo entregó sin dejar de sonreír.

Los mayores estábamos pasmados y muy contentos. Luisa, cumplida su misión se puso a jugar con su hermanita.

En verdad causa una gran impresión la memoria de nuestros hijos y nos llama mucho la atención. Aparte que nos llena de orgullo.

Aprovecho para contar que estando toda la familia en Tarma comenzó a granizar y los loretanos que nunca vieron caer granizo del cielo, en vez de asustarse o extasiarse corrimos a buscar bandejas para juntar las bolitas de hielo que luego lo comimos con deleite, que los loretanos somos muy aficionados a las bebidas heladas y al hielo mismo, forma parte de nuestra vida. Un lindo acontecimiento.

Rafaelita                                         Luisa y  Claudia

 

 

149 BAILAMOS TODA LA NOCHE

Mi primo René Soto Moriano y su esposa Silvia Carranza vinieron de Bolivia donde residen para bautizar a sus dos hijos, Miguel Angel y Shirley Nathaly, el 27 de julio de 1991, y luego tuvo lugar una gran fiesta en el restaurante de un amigo y compañero de estudios de René.

Era un gran salón apropiado para el banquete y para bailar. Tocaban una canción nueva con ritmo merengue y nosotros, mi esposa y yo, como loretanos que bailamos harto merengue en los años 50 en Iquitos, lo apreciamos desde los primeros compases.

Tocaban una música y luego ese merengue, de manera que bailamos toda la noche. Era nuestra noche de suerte porque mi esposa era muy baileterilla desde muchacha, le encantaba bailar, y la canción era a propósito para mover el esqueleto por su ritmo contagiante.

Al día siguiente conté a nuestras hijas el fiestón que tuvimos en la celebración del bautizo y comencé a tararear la música.

Mi hija Luisa, me miró sorprendida y preguntó:

  • Papá, ¿has escuchado la letra de esa canción?
  • No, ¿para qué iba a escuchar la letra si el ritmo nos hacía bailar de por sí?
  • Papá… la letra dice ¿Qué te perdone yo? ¿Qué te perdone yo? Como si fuera el santo cachón…

La miré, ahora sí, sorprendido y repregunté

  • ¿Así dice la letra?
  • Papá, todos los días cuando voy a la Universidad Cayetano en el micro, invariablemente pasan en la radio esa canción, me la sé de memoria y estoy hasta la coronilla con ese tema.
  • Pues hijita, lo siento mucho pero tu mamá y yo tuvimos anoche una fiesta memorable y ya hacía mucho que no disfrutamos de una buena velada y, en verdad la pasamos bien, con santos aparte.

Hubo algo más, un valor agregado de muchos kilates: El padrino era el primo Tito, Mario Soto Moriano, el artista de la familia, poeta, pintor, escritor y cantautor y hermano de René, y la madrina era Marysol Salvatierra Mendieta, una joven bella y muy educada. Sentados al lado de la tía Regina, la mamá de la familia Soto Moriano, le comenzamos, Judith y yo a animar al primo Tito:

  • Mírala Tito, la madrina está sola, anda, sácala a bailar.
  • ¿Tú crees primo?
  • Solo sácala a bailar y no la dejes. Cántale alguno de tus muchos poemas e invítala a ver tus cuadros en tu Galería.

Tito se animó y la sacó a bailar, bailaron toda la noche y se gustaron mutuamente. A los tres meses la tía Regina vino a mi casa trayendo los partes matrimoniales y sonriendo me dijo:

  • Ustedes, pues lo hicieron, les hicieron animar y ahora se casan. Ustedes han forjado este matrimonio. Los dos están encantados el uno con el otro. Esperamos tenerlos en el matrimonio de nuestros hijos querido sobrino.
  • De todas maneras, querida tía Regina. De todas maneras allí estaremos. Gracias por la invitación.

Como dije, fue una noche maravillosa, la disfrutamos y ayudamos al amor a afianzarse en dos personas encantadoras a quienes apreciamos muy sinceramente.

Marysol Salvatierra Mendieta y Mario Soto Moriano

 

148 LA REINA DE ESTUDIOS GENERALES

Cuando lean mi libro “En nuestra selva” conocerán las implicancias de mi ingreso a la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) de Iquitos.

Como verán, había dos salones de Estudios Generales: Salón A, 30 alumnos que ingresamos aprobando el Examen de Ingreso, teníamos horario regular como corresponde a estudiantes universitarios, y el Salón B, 200 estudiantes de ingreso libre.

Cada año la Universidad en su intento de acercarse a la comunidad  elegía  una reina por cada Facultad para celebrar la primavera y sacaba “carros alegóricos” con las reinas, que desfilaban por toda la ciudad. Era una fiesta muy vistosa y congregaba a toda la población. Así había la Reina de Educación, la Reina de Agronomía y la Reina de Estudios Generales. Aún no había Reina de Ingeniería Química, la última Facultad en formarse.

Pero en el caso de Estudios Generales  hubo en 1964  un problema que fue un verdadero dolor de cabeza: teníamos que elegir una reina que representaba a los dos salones y ya estaba visto que el Salón B con sus doscientos estudiantes elegirían a su candidata Carmen Velorio Valdivia, muy bonita por cierto, pero no nos representaba. Nosotros teníamos nuestra propia candidata Corina Tuesta Bazán. De manera que Carmen era la Reina de Estudios Generales pero nosotros queríamos nuestro propio carro alegórico de Estudios Generales A con nuestra Reina Corina I.

El Ingeniero Donaire, Director de Estudios Generales, nos aceptó y nos proporcionó nuestro propio presupuesto, pues era un caso muy sui generis.

Sería el nuestro el carro alegórico más vistoso en el Desfile de Primavera de la Universidad del año de 1964.

Nos ayudó el Ingeniero Del Alcázar, Catedrático de Revisión de Matemáticas, Teniente del Ejército y amigo personal del industrial Colbert Isern de quién consiguió que nos prestara un camión para decorarlo y toda la madera de su aserradero. El mismo Ingeniero Del Alcázar nos llevaba en su Jeep al  aserradero de Morona.

Diseñé el carro con un motivo muy especial y único: Cleopatra, la Reina de Egipto, tomando como referencia a la película con Elizabeth Taylor. Teníamos carpinteros entre los compañeros quienes de inmediato se pusieron manos a la obra de acuerdo a mis planos y las chicas nos apoyaron con la confección del vestuario también diseñado por mí.

Recordaba haber visto en la casa de Charapa, el dueño de la Funeraria más antigua y antiguos dueños del Carrusel que hubo una vez en Iquitos, unas imágenes de cuerpo entero de un tigre y un león. Los alquilamos. Vestí a dos condiscípulos con atuendos cortos, el torso desnudo que destacaba su cuerpo atlético y dos chicas condiscípulas con vestidos cortos como Elena de Troya montadas sobre las fieras. Todo el vestuario y los tules del camastro en que descansaba Cleopatra fue confeccionado por Betty Cifuentes y las compañeras. Betty comprendió al instante lo que yo deseaba poner en el carro alegórico. Corina lucía un vestido dorado, largo, cual Elizabeth Taylor  en la película Cleopatra, y con sandalias doradas.

Fue el carro alegórico más vistoso y más elogiado de toda la universidad por su diseño original, la firmeza de la confección y, sobre todo, el entusiasmo de los chicos serios con los brazos cruzados como corresponde a los esclavos custodios de la gran Cleopatra y las chicas que derramaron gracia y salero por doquier. Para Corina confeccioné una corona con alambre recubierto de oropel dorado cual una diadema de oro coronada por una cobra que nuestra Reina lució encantada. Lo mejor de todo: el entusiasmo y el empeño puesto de manifiesto por todos, los 30 alumnos de Estudios Generales Salón A, desde el comienzo del trabajo hasta que se terminó el desfile. Una experiencia extraordinaria de trabajo en equipo y la confianza puesta de manifiesto por el Director Donayre. Lo que más nos agradó fue que hicimos sentir nuestra presencia en la Universidad.