Mi primo René Soto Moriano y su esposa Silvia Carranza vinieron de Bolivia donde residen para bautizar a sus dos hijos, Miguel Angel y Shirley Nathaly, el 27 de julio de 1991, y luego tuvo lugar una gran fiesta en el restaurante de un amigo y compañero de estudios de René.
Era un gran salón apropiado para el banquete y para bailar. Tocaban una canción nueva con ritmo merengue y nosotros, mi esposa y yo, como loretanos que bailamos harto merengue en los años 50 en Iquitos, lo apreciamos desde los primeros compases.
Tocaban una música y luego ese merengue, de manera que bailamos toda la noche. Era nuestra noche de suerte porque mi esposa era muy baileterilla desde muchacha, le encantaba bailar, y la canción era a propósito para mover el esqueleto por su ritmo contagiante.
Al día siguiente conté a nuestras hijas el fiestón que tuvimos en la celebración del bautizo y comencé a tararear la música.
Mi hija Luisa, me miró sorprendida y preguntó:
- Papá, ¿has escuchado la letra de esa canción?
- No, ¿para qué iba a escuchar la letra si el ritmo nos hacía bailar de por sí?
- Papá… la letra dice ¿Qué te perdone yo? ¿Qué te perdone yo? Como si fuera el santo cachón…
La miré, ahora sí, sorprendido y repregunté
- ¿Así dice la letra?
- Papá, todos los días cuando voy a la Universidad Cayetano en el micro, invariablemente pasan en la radio esa canción, me la sé de memoria y estoy hasta la coronilla con ese tema.
- Pues hijita, lo siento mucho pero tu mamá y yo tuvimos anoche una fiesta memorable y ya hacía mucho que no disfrutamos de una buena velada y, en verdad la pasamos bien, con santos aparte.
Hubo algo más, un valor agregado de muchos kilates: El padrino era el primo Tito, Mario Soto Moriano, el artista de la familia, poeta, pintor, escritor y cantautor y hermano de René, y la madrina era Marysol Salvatierra Mendieta, una joven bella y muy educada. Sentados al lado de la tía Regina, la mamá de la familia Soto Moriano, le comenzamos, Judith y yo a animar al primo Tito:
- Mírala Tito, la madrina está sola, anda, sácala a bailar.
- ¿Tú crees primo?
- Solo sácala a bailar y no la dejes. Cántale alguno de tus muchos poemas e invítala a ver tus cuadros en tu Galería.
Tito se animó y la sacó a bailar, bailaron toda la noche y se gustaron mutuamente. A los tres meses la tía Regina vino a mi casa trayendo los partes matrimoniales y sonriendo me dijo:
- Ustedes, pues lo hicieron, les hicieron animar y ahora se casan. Ustedes han forjado este matrimonio. Los dos están encantados el uno con el otro. Esperamos tenerlos en el matrimonio de nuestros hijos querido sobrino.
- De todas maneras, querida tía Regina. De todas maneras allí estaremos. Gracias por la invitación.
Como dije, fue una noche maravillosa, la disfrutamos y ayudamos al amor a afianzarse en dos personas encantadoras a quienes apreciamos muy sinceramente.
Marysol Salvatierra Mendieta y Mario Soto Moriano