Cuando éramos chicos, en Iquitos, la diversión más importante era el cine. Todo un mundo de acción e ilusión. Todos los domingos acudíamos los chicos del barrio al cine Alhambra que estaba ubicado en la Plaza de Armas y que en el año de 1956 se incendió.
Había además otros cines como el Excélsior en la calle Arica, el Bolognesi en la Plaza 28 de Julio y el Belén en la calle 9 de diciembre, pero estas salas solamente tenían Platea y Balcón, más caros. El cine Alhambra tenía Platea, Palco, Balcón y Galería. Era más cómodo. Cuando no teníamos los 70 centavos para entrar a Galería, íbamos al cine El Baratillo, en la Sociedad Amazonense de Beneficencia en la Av. Grau. Costaba solamente 50 centavos la entrada general pero al terminar cada rollo encendían la luz mientras rebobinaban la cinta y colocaban el siguiente rollo, y los asientos eran sillas comunes.
Pero no nos quedábamos sin nuestra función de cine. Era como una obligación ir al cine sin importar lo que daban.
En el cine Alhambra todos los domingos en matiné pasaban tres capítulos de una serial, pero antes daban una cowboy. Una película completa de este género. Las seriales tenían 12 a 15 capítulos y al terminar los capítulos entonces daban la Serial Completa, ya sin la cowboyada sino solamente unos cortos animados. Las seriales que más recuerdo son Superman, El Capitán Marvel, Las Aventuras de Fu Man Chu, Dick Tracy, Flash Gordon, Invasión a Mongo, El Hombre Cohete. Al final de cada capítulo había una situación de peligro para el joven o la chica y se denominaba “la emoción”. Una pregunta obligada de quienes no habían asistido era “¿En qué quedó la emoción?”.
Un aspecto que recuerdo es que no nos gustaban los “recuerdos”: cuando empieza la película y el joven se pone a “recordar” todo lo que había ocurrido. Una vez pregunté a un amigo si había ido al cine a ver esa película. Me dijo que sí. ¿Y qué tal es? Su respuesta lo dijo todo – “Pensamiento es” – Es decir, no vale.
Mis padres acudían al cine en función de noche a ver grandes dramas con artistas famosos. La mayoría de ellas era cine para adultos.
Entonces una película era considerada como una manera de repasar la historia universal porque generalmente se basaban en la historia del tema. Luego mutaron al surrealismo y a las falsificaciones de la historia que nos dejaban desconcertados, tal como ocurre con Troya con Brad Pitt. Han trastornado por completo la Ilíada.
Cuando era adolescente, como era músico profesional, las tardes que tenía libres iba al cine donde tuve oportunidad de ver películas extraordinarias.
Cuando estuve en la Universidad acudía muchas veces a ver lo que di en llamar “cine de evasión”, películas intrascendentes que no te hacen pensar ni requieren concentración mental en el tema, solamente te divierten con sus tonterías y era solo para relajarme. Tal era el cine llamado “mexicanada”. Puros mamarrachos.
Atrás quedaron los dramas que me contaba mi mamá con Arturo de Córdova, Pedro Armendáriz, Carlos López Moctezuma, Carlos Gardel, Hugo del Carril, etc.
Mis compañeros de la Universidad se burlaban porque iba a ver mexicanadas, pero no tenían ningún empacho para ir a ver a Luis Sandrini o Palito Ortega. A esos mamarrachos yo podría tildarlos de “argentinadas”.
Pero no se crea que solo a los mexicanos y argentinos les ocurría esto. También los gringos y los europeos, sobre todo, italianos, les pasaba esto: hacían mamarrachos. Si salía un Mister Universo, un fortachón o un campeón olímpico de natación, inmediatamente los gringos lo hacían Superman, Hércules o Tarzán. Los italianos inventaron un nuevo fortachón: Maciste (se pronuncia Machiste). A todo fortachón en Iquitos le decían Maciste, hasta que apareció Conan el Bárbaro; entonces le decían Conan pero no a los fortachones sino más bien a los flaquitos: Conan… “Con Hambre”.
Vi muchas películas de orden superior que quedaron grabadas en mi memoria por el gran impacto que produjeron en mí, pero también muchas que son para el olvido. La más extraordinaria fue “20,000 leguas de Viaje Submarino”. Fui a verla 10 días seguidos pese a que duraba más de dos horas.
El Cine Colón – Sala de Estreno referente en La Capital
Pero, a pesar de ser el cine la diversión por antonomasia, hubo una época en que de repente dejó de serlo y la mayoría de Salas de Cine quebraron y fueron cerradas. Se impuso entonces el VHS (Video Home System o Sistema de Video Casero) y en todas partes comenzaron a proliferar tiendas de alquiler de películas en VHS. Fue toda una década.
Luego los cines se reinventaron a finales del siglo XX y se crearon las Salas Multicines, en donde en un solo lugar puedes escoger cual película ver de entre 10 posibilidades. También puedes ver películas en 3D con unos anteojos especiales.
Sala Multicines UVK Película en 3D
La verdad, luego de haber sido tan cinemero, en los últimos tiempos ya no asisto a las salas de cine. Mi hija Claudia me llevó a ver “Arthur y los Minimoys” con Andrea, mi hija Luisa, ferviente católica, me llevó a ver “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson y mi hija Charito me llevó a ver “Troya” con Brad Pitt, “calato”, agrega ella.
He preparado una lista de las mejores películas que me impactaron, no importando si fueron premiadas o no.
Cabe anotar que “Lo que el viento se llevó” es una película de la que sabíamos todo. Sobre ella, había bastante información en todos los medios, principalmente revistas y libros, pero nunca la habíamos visto a pesar de que se estrenó en el Perú en 1940, hasta que en 1989 se lanzó el reestreno en formato 70 y copia nueva en el cine Planet de Miraflores. Asistimos toda la familia pues teníamos mucho interés porque ya habíamos leído y releído el libro de Margaret Mitchell en dos tomos, de la colección Best Sellers de la Editorial Oveja Negra.
Mi hija Luisa lloraba al leer el libro porque siempre ha sido muy sentimental y lloró, por supuesto, con la película. Conocía a todos los personajes, fueran o no importantes.
Cuando vean el título de una película en mi lista fíjense bien en el año en el que se realizó, el Director y los actores. Algunas versiones son francamente deleznables.