97 LA BUENA EDUCACIÓN

Muchas veces decimos que la educación está venida a menos, que los jóvenes no respetan a los mayores, que los conductores no ceden el paso, etc. Y un etcétera largo de enumerar, pero lo cierto es que muchas veces, también, vemos que hay personas de toda edad que nos alegran la vida porque no hacen caso a las estadísticas y nos brindan un auténtico ejemplo de amor al prójimo.

Las damas me ceden el asiento en el ómnibus, sobre todo las jóvenes, nunca los varones, me tratan con amabilidad en sus oficinas y están prestas a sonreírme cuando me acerco a ellas, mostrando a ojos vistos que en su casa sus padres se preocuparon de inculcarles valores que fueron reforzados en sus colegios, y esto es muy agradable de notar.

El Día de la Madre, que en nuestro país se celebra el segundo domingo de mayo, en este caso fue el 14 de mayo del año 2017, paseaba con mi esposa discapacitada en su silla de ruedas por el interior del Centro Comercial Vía – A, de Pueblo Libre, como lo hacemos todos los días a las 5 de la tarde. De pronto escuché un llamado

  • ¡Señor!, ¡Señor!

Me detuve sorprendido cuando una joven sonriendo se acercó y me entregó un corazón de chocolate con su palito y recubierto en oropel rojo.

  • Para usted y su esposa, señor. ¡Feliz Día de la Madre!

Más sorprendido aun quedé cuando sonriendo se dio la vuelta y se alejó al paso ligero. El chocolate estuvo muy bueno, lo compartimos con mi esposa en el Boulevard donde nos sentamos siempre a comer un dulce.

Busqué a la joven por el centro comercial, día tras día, pero no la he vuelto a ver, pienso que fue un ángel que vino a alegrarnos el día.

A la semana siguiente, también paseando por el centro comercial, cuando íbamos a voltear por un pasadizo, nos encontramos con una niña de unos 5 a 6 años que venía por este pasadizo jalando con la mano derecha una mochila con ruedas, de Barbie, creo, y comiendo un caramelo o tal vez un chicle y al encontrarnos desplegó de inmediato el brazo izquierdo a su costado y hacia abajo en clara indicación muda de

  • Pase usted, Señor

Sin dejar de masticar y quizás por eso no habló, pero no era necesario pues la señal era bien clara, en una auténtica muestra de buena educación nos estaba cediendo el paso.

Qué hermoso gesto el de estas dos personas, una joven y una niña, que viene a ser el súmmum de la buena educación y nos hace pensar que el mundo todavía se puede salvar.

Un corazón de chocolate

 

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