81 EL HIJO AUSENTE

Cuando era niño, en la ciudad de Iquitos, mi mamá me contaba siempre sobre las historias que había leído o las películas que había visto. La mayoría de las películas que veía eran del cine Argentino y del cine Mexicano.

Conocía a Carlos Gardel, Hugo del carril, Libertad Lamarque, Pedro Infante, Arturo de Córdova, Jorge Negrete, Luis Aguilar.

Una curiosidad que mencionaba era que cuando vivía Jorge Negrete era el Número 1 y Pedro Infante era el Número 2, Luis Aguilar era entonces el número 3.

Al morir Jorge Negrete, Pedro Infante pasó a ser el Número 1 y Luis Aguilar el Número 2. Y cuando murió Pedro Infante, nadie más fue considerado el Número 1, en México.

Un tema que me narró varias veces era el de una película argentina en la que un joven tiene que viajar lejos de su tierra y su madre siempre lo esperaba.

Cuando enfermó la madre, internada en el Hospital, miraba todo el tiempo hacia la puerta. Nadie sabía por qué miraba la puerta, nadie sabía qué era lo que esperaba, ni a quien esperaba.

Y toda la función era que la madre miraba hacia la puerta, hasta que un buen día el hijo ausente se enteró y regresó después de muchos años a su pueblo y fue al Hospital. Su madre al verlo se alegró tanto que rápidamente se recuperó.

Era un tema recurrente en las historias de mi madre.

El único hijo ausente en mi casa era mi hermano mayor Raúl (QEPD), militar destacado en la zona de las guerrillas.

Cuando mi madre enfermó fue internada en el Hospital Iquitos y me di cuenta que ella siempre miraba hacia la puerta. Pienso que ella imaginaba que su hijito Raúl llegaría al fin y se sanaría, como en la película.

Pero la vida real no siempre tiene finales felices.

Mi hermano nunca llegó y mi madre falleció sin llegar a verlo.

Tampoco llegó al velorio ni al entierro. Cuando pude verlo en Lima, me dijo que había jurado no volver jamás a Iquitos. ¿Qué habría pasado para tamaño juramento?

Su secreto se lo llevó a la tumba.

Pero nosotros siempre recordamos a nuestra madre con mucha alegría y nos sentimos felices y contentos de haberla acompañado hasta el final. Recuerdo con cariño las historias que me contaba, muchas de las cuales forman parte de los libros que he publicado.

Cuando recuerdo este pasaje de mi vida en mi mente resuena la última estrofa del canto a María “Hoy he vuelto”

Aunque el hijo se alejara del hogar,

una madre siempre espera su regreso.

Que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor

es su madre y el milagro de su amor.

 

Hoy he vuelto, Madre, a recordar,

cuántas cosas dije ante tu altar,

y al rezarte puedo comprender

que una Madre no se cansa de esperar.

El Señor la tenga en su Gloria. Bendita seas Madre Querida.

Mi hermano Raúl

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