Hace algunos años tenía un auto maravilloso, un auto Station Wagon Datsun Modelo Ejecutivo que lo había comprado en la Planta Autodelta de Surquillo, o sea fui su único dueño. La siguiente persona que lo manejó fue mi hija Charito quien hizo sus pininos en esta móvil.
Lo cuidaba como al elemento más preciado de nuestra familia, que nunca nos dejó botado y se adaptaba a todas las circunstancias: Recorrimos el Perú en nuestro auto maravilloso, La Oroya, Huancayo, Chimbote, Trujillo, Huaraz, Callejón de Huaylas, Ica, Pisco, Nazca, Arequipa, etc.
Pero, como corresponde, lo limpiaba y cuidaba su mantenimiento con esmero. Nunca fue necesario hacerle “bajada de motor” pues era un carro eterno.
En el Hotel Accolla en el distrito de El Tambo, Huancayo
A pesar de esto no tenía un “lugar” apropiado para hacerle el mantenimiento; En Autodelta el mantenimiento me salía demasiado caro y a Maquinarias nunca fui porque me habían hecho el “avión” cuando buscaba comprar mi carro. Eran tiempos difíciles.
En cierta oportunidad, que tuve necesidad de conseguir bujías pues se había producido una escasez en todo Lima, recordé haber visto una tienda de autopartes en General Varela en Breña, cercana a la Comisaría. No tenían bujías pero me dijeron que en el taller que estaba al lado sí tenían.
En este taller nuevo, toda una Planta de Mantenimiento Mecánico, solicité bujías y me ofrecieron “ponerlas” ellos si contrataba el mantenimiento. Me dijeron que tenían que cambiar la empaquetadura de culata porque está mal. Total, un mantenimiento de mil soles.
Acepté dejar el carro en ese taller y le dije al “ingeniero” que iba a retirar mis pertenencias, pero me dijo que no era necesario, que él respondía por sus “trabajadores”.
- ¿Está seguro?
- Pongo las manos al fuego por mis “trabajadores”
- Bueno, allí dejo el manómetro, el plano de Lima y una colonia nueva
Jamás lo hubiera hecho, porque se los robaron. Cuando se lo dije me contestó
- Francamente no sé lo que ha pasado
Fastidiado me retiré y al día siguiente, mi esposa me dijo que tenía que ir a la Carretera Central, al Centro de Esparcimiento del Seguro Social, el Koricancha, a dejar una “cortesía” de la Cervecería que habían solicitado, raciones de Guaraná, para sus amigas del Seguro Social.
Nunca el carro estuvo tan duro, tan incapaz de avanzar, por más que presionaba todo el acelerador, el carro iba muy lento y la pierna derecha me dolía y se me inflamó porque tenía que pisar a fondo el acelerador. No entendía que podía haber pasado. Acababan de hacerle mantenimiento y esto no era lo que esperaba.
Después de cumplir con el encargo volví al trabajo y al salir a las 3 pm me dirigí a buscar un mecánico. Recordé haber visto un taller en el cruce de la Av. Venezuela con Av. Naciones Unidas en Breña.
Allí conocí al mecánico de autos Carlos Eduardo Patiño Vargas y desde entonces fue el “Mecánico oficial” del Datsun. Desarmó el carburador y al hacerlo encontró que las válvulas de “alta” estaban amarradas con alambre.
Como todos saben, un carburador de gasolina tiene 4 válvulas tipo mariposa, dos son de “baja”, que se abren cuando aceleras a baja velocidad y dos de “alta” que funcionan cuando conduces a altas velocidades. Pues bien, las válvulas de alta estaban amarradas.
¿Por qué?
Esta es la pregunta del millón. Carlos Patiño, mecánico capaz pero muy humilde, solamente se limitó a decir
- Para mí, para mí, puede ser que le hayan amarrado con alambre para que cuando usted regrese a ese “taller” le digan que el carburador está malogrado y lo tienen que cambiar. Para que, una vez que usted acepte su precio, simplemente le sacan el alambre y entonces le dicen que ya lo cambiaron. Un negocio, malos trabajadores, pero para ellos un negocio.
Y este fulano decían que era “ingeniero”. Carlos agregó que no parece que hayan cambiado la empaquetadura de culata ni de ninguna otra parte del motor de mi carro. Un sinvergüenza es lo que es.