56 NUESTRAS TRADICIONES NAVIDEÑAS

Cuando era niño, allá en la lejana ciudad de Iquitos, la Navidad era una fiesta muy esperada y la recibíamos con mucha alegría.

Mi mamá preparaba para la cena Gallina asada en olla, no teníamos horno ni siquiera de barro, chocolate caliente y chicha fresca de maíz.

La costumbre de cenar pavo vino mucho después cuando ya vivíamos en Lima y todo el mundo adquirió esa costumbre, sobre todo porque en la empresa donde trabajaba nos daban cada año un pavo.

En Iquitos se vendía para esas fechas “Bizcocho de Navidad”, era un bizcocho grande con muchas pasas y muy dulce. Años después se puso de moda cenar con panetones traídos de Lima. Cuando nos casamos, los dos trabajábamos y “ya teníamos plata”, decidimos adquirir un Panetón de Navidad. Compramos un panetón D’onofrio que resultó muy seco y quemado por los lados, una desilusión. Mejor era nuestro Bizcocho de Navidad. En aquel entonces no había esa ley que obliga al fabricante a mostrar la fecha de vencimiento.

Por la noche, cuando era niño, salíamos toda la familia a visitar las tiendas del Jirón Lima (ahora insisten en llamarle Jirón Próspero) para mirar los juguetes novedosos que los empleados diligentes los hacían funcionar para admiración y animación de los paseantes. Nunca me compraron un juguete en las tiendas, no era ese el fin de nuestro paseo, solamente ver la maravilla de juguetes que cada año salían novedades.

Nunca me compraron juguetes porque al amanecer del día 25 aparecía en  mi almohada el juguete que me traía el “Niño Jesús”. Y nosotros muy contentos.

Ese día la conversación con mis compañeros de barrio era ¿Qué te trajo el Niño Jesús? Y era nuestro orgullo mostrar el juguete nuevo.

Me contaban mis padres que “una vez” fueron a la Misa del Gallo pero terminaba después de la media noche y por eso preferían pasarlo en la casa con nosotros. Una Navidad en familia es lo más que podemos pedir en nuestra vida.

En aquel entonces la fiesta de Navidad se celebraba en tres fechas: Navidad (25 de diciembre), Año nuevo (01 de enero) y Fiesta de los Reyes Magos (06 de enero, que era feriado). Los Pastores, eran una agrupación costumbrista formada por niños pero organizada y conducida por adultos, salían la víspera y el día de fiesta cantando villancicos hacia alguna casa que los había invitado para cantar y recitar poesías relativas a la ocasión. Era una actuación muy emotiva y el dueño de casa les agasajaba con las viandas típicas de la fecha: sánguches de chancho asado y chicha fresca de maíz. Durante tres años de mi infancia y adolescencia fui pastor.

El árbol de Navidad

En el cine veíamos que la costumbre era comer 12 uvas en la noche de Año nuevo, una por cada golpe del reloj, pero era una costumbre muy difícil de seguir por la sencilla razón de que en Iquitos no se dan uvas y no había entonces tiendas que las vendieran trayéndolas de Lima o de Estados Unidos; y más difícil aún porque nadie tenía reloj que diera las campanadas. La Iglesia Matriz de la Plaza de Armas, es cierto, daba las campanadas pero dentro de la casa era imposible escucharlas.

También nos enteramos que en Año Nuevo  si das una vuelta a la manzana cargando una maleta, era seguro que ese año ibas a viajar. Algunas veces vimos a algunas personas dar la vuelta por mi casa con su maleta pero nunca se nos ocurrió hacerlo, puesto que nunca creímos en cábalas y si teníamos que viajar, pues viajábamos, sin tener que realizar el paseo de Año Nuevo. Con todo, en ese tiempo podías salir a dar la vuelta a la manzana a la medianoche sin correr ningún peligro.

Sabemos que en Lima muchas personas son muy tradicionales en su celebración navideña y prefieren consumir tamales en la Cena de Navidad. He podido observarlo, la venta masiva de tamales,  en El Callao, en el Jirón Cochrane, a media cuadra del Mercado Central, en Jesús María, Jirón República Dominicana y en Pueblo Libre en el Boulevard de Andalucía.

En nuestra casa en Lima, con mi esposa María Judith y nuestras hijas Luisa Iliana, Claudia Inés y Rocío del Pilar, hemos mantenido esa costumbre de que el regalo les trae el Niño Jesús hasta que cumplieron 7 años. En el octavo año les explicamos por qué habíamos hecho eso, para mantener la pureza de la inocencia tal y como nuestros padres nos inculcaron.

Hasta que mi esposa se enfermó sin remedio, asistimos a la Misa del Gallo en la Parroquia Santa María Magdalena porque empezaba temprano y a más tardar terminaba a las 10 de la noche.

Entonces nos pegábamos un salto, en nuestro carro, a saludar a nuestros padrinos de Matrimonio Víctor H. Montenegro Vílchez y Luz Marina Otiniano Soto en Magdalena. Lo hicimos hasta que sus hijos nos avisaron que ya estaban bastante ancianos y se iban a descansar temprano. Y los íbamos a visitar el 24 por la mañana, hasta que se fueron con el Señor.

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