El autor
Como temor se denomina el sentimiento de inquietud o angustia que impulsa a huir o evitar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
Pero cuando tu vida es diáfana, cumples con tus obligaciones y haces todo bien, entonces no sientes temor a nada.
Cuando era niño, prestaba mucha atención a las enseñanzas de la Maestra y cuando ella hacía preguntas, siempre levantaba la mano para responder y verificar yo mismo cuanto había aprendido.
Repasaba todo el tiempo la lección y siempre estaba leyendo El Libro del Segundo Grado, una enciclopedia de los militares que mi padre había traído a la casa, por lo cual siempre sabía más que mis demás condiscípulos.
Cada noche mi padre me tomaba la lección que yo sabía de memoria causándole asombro, por lo cual acababa diciéndome que podía salir a jugar en la calle con los chicos del barrio.
La ausencia total de temor hizo que me pusiera de pie cuando estaba en el Primer Año de Secundaria, única vez en que estudié junto con mi hermano mayor, en 1956.
Me puse de pie cuando el señor Aguilar, Auxiliar de Educación del Politécnico, entró en forma decidida y prepotente al salón acompañado con un Guardia Civil.
Entró sin pedir permiso al Profesor y con voz fuerte gritó “Suárez Sandoval”. Lo único que cruzó por mi mente fue “¿Qué habrá hecho mi hermano Raúl, porque yo nunca hago nada”
Antes que nadie pudiera reaccionar me levanté y Aguilar dijo “Vamos” y le dijo al profesor “Nos vamos a la Comisaría”
Habían venido, Aguilar y el Guardia Civil, en taxi que estaba esperando en la entrada de la GUE “Mariscal Oscar R. Benavides” de Iquitos. Viajamos en silencio y al llegar a la Comisaría ya estaba allí, detenido, Alberto Arteaga, compañero de estudios y “amigo” de Raúl, quien, apenas nos vio dijo, haciendo una señal inequívoca con la mano, “Ese no es”
Sorprendido Aguilar preguntó
- ¿Hay otro Suárez Sandoval?
- Claro, su hermano mayor
Muy molesto Aguilar miró su reloj y dijo que seguramente ya habían salido todos del Colegio, “mejor mañana continuamos”
De manera que me fui contento a mi casa porque yo sabía que no había hecho nada para que me detuvieran con guardia y mi conciencia estaba tranquila. Entonces me dije como Scarlet O’Hara “Mañana será otro día”
Efectivamente, al día siguiente, ya sin guardias, Raúl y Alberto fueron llamados a la Dirección donde Aguilar los acusó de haber robado un cuadro estadístico de un salón del Politécnico y exigía que ambos paguen el valor del cuadro. Cada uno tenía que pagar 10 soles.
Ocurrió que habían robado el cuadro porque tenían que presentar su dibujo en la clase de Arte y querían ponerle las varillas de madera del cuadro estadístico. Todo había salido bien pero Alberto, quien vive en los extramuros de la ciudad en vez de botar la lámina del cuadro estadístico lo pegó en la pared de su sala. Y Aguilar en una de sus “giras” en busca de féminas lo vio. Hizo detener a Alberto y fue al Colegio en busca del socio.
Allí me encontró a mí y de esta manera evité un mal rato a mi hermano, y de paso a mis padres.
Si hubieran comprado las varillas en una carpintería solamente hubieran gastado 3 soles cada uno.
En otra oportunidad, 1964, caminaba rumbo a la Universidad cuando varios compañeros salieron a prevenirme. “Jorge no vayas a la U, hay una chica con su padre que te están buscando, están preguntando por ti”. “¿Has hecho algo Jorge?”. “Te están buscando, mejor no vayas”. “Buscan a Jorge Suárez Sandoval”
Nuevamente la sensación de que no hice nada malo, nunca hago nada malo, cobró fuerza en mí y entré a la Universidad para hacer frente a mi destino.
Cuando me acerqué al grupo, los chicos le dijeron a la muchacha y su padre
- Él es Jorge Suárez Sandoval
- No es él – dijo la muchacha
Entonces me dio pena, algún zamarro le había dado mi nombre y la pobre había acudido a su padre para buscar su apoyo, pero lamentablemente no era yo su galán.
Pórtate siempre bien y nunca tendrás problemas de ningún tipo, y sobre todo jamás vas a sentir temor por nada ni por nadie.