En el Laboratorio de Control de Calidad de la Cervecería Backus trabajamos en turnos que rotan cada mes y es frecuente el cambio del personal con quienes nos toca trabajar.
Un lunes siguiente al Día de la madre, al ver el rostro sonriente de mi ayudante le pregunté sobre su celebración familiar. Me contó que se reunieron 40 personas entre hijos, cónyuges y nietos. Una celebración muy bien servida y muy bien “regada”.
Le miré y parecía muy satisfecho de lo que había pasado y estaba contento de haber podido agasajar a su mamá, con todo el familión. Sonreí.
Me miró intrigado y me preguntó
- ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
- Nada – le dije – No ocurre nada. Solamente me pongo a pensar que un familión tan grande seguramente tiene que haber alegrado mucho a tu mamá, y por supuesto a tu papá.
- Con tantas personas a la mesa es fácil pensar que había un centenar de vajillas que tus padres tendrían que lavar, porque ustedes terminada la cena se despidieron rápidamente porque todos tienen que ir a trabajar temprano. Y ellos, tus padres, muy felices por el agasajo y la reunión familiar, quizás estarían también muy felices de tener que lavar toda esa vajilla. Sí, estoy seguro que ha sido una buena celebración.
Me miró pensativo, quizás trataría de poner un poquito de orden en la próxima celebración, el mes siguiente nada menos, pues se viene el Día del Padre. Quizás en adelante tendrían que ayudar en el lavado de tanta vajilla si de verdad desean agasajar a sus progenitores. En fin, me metí en donde no me llaman, pero tal vez ayudé un poquito a tomar conciencia de la realidad.
Nuestra Familia
No tomaba en cuenta que algunos años después estaríamos también nosotros en la misma situación que los padres de mi ayudante.