El café, una bebida tan apreciada en el mundo entero y tan odiada por no pocas personas, es una característica del mundo desde hace siglos. Existen muchas leyendas sobre el origen de su uso.
Una que recuerdo dice que un pastor, allá en la lejana arabia vio que sus cabras, después de haber comido unas bayas rojas, se ponían a dar saltos y volteretas; y se le ocurrió comerlas y después tostar y moler sus granos y surgió el café tal y como lo conocemos.
El café es la bebida que se obtiene a partir de los granos tostados y molidos de los frutos de la planta del café (cafeto). Es una bebida altamente estimulante por su contenido de cafeína. Suele tomarse durante el desayuno, después de éste o incluso como único desayuno, aunque también se acostumbra tomarlo después de las comidas o cenas, para entablar conversaciones o sólo por costumbre. Es una de las bebidas sin alcohol más socializadoras en muchos países. Las formas más populares de tomarlo son negro y con leche (con o sin azúcar); también se le suele añadir crema o nata, leche condensada, chocolate o algún licor, dependiendo de la receta hay diversas formas de prepararlo.
Fuente: Wikipedia La enciclopedia libre
Siempre le decía a mi esposa que a mí me criaron con té y mazamorras, en cambio en su casa desde pequeños toman café todo el día. Parecería que sin café no podrían vivir.
No es que no tomáramos café o se nos estaba prohibido, nada de eso, solamente que era una bebida especial para acompañar algunas meriendas fuera de las horas de comida. Por ejemplo, en temporada de choclo, mi mamá preparaba humitas y lo comíamos a las 4 de la tarde, entre comidas. Lo mismo ocurría en temporada de pijuayo, humarí y sachapapa.
La humita, el pijuayo, el humarí y la sachapapa nunca formaron parte de nuestra hora de comida, almuerzo o cena, sino del lonche.
El cafetal El cafeto Bayas de café
El café lo “sacábamos” de la Proveeduría del Ejército en grano crudo. Mi hermano Raúl y yo teníamos que tostar y molerlo en batán con una piedra.
El café que tomábamos, muy rico, era realmente un café común y apreciábamos en grado sumo el café que nos traían de San Martín. Café de granos grandes y muy aromáticos, que cuando lo preparábamos toda la casa olía a Café de San Martín. Este sí lo tomábamos solo y por el puro placer de tomar café de San Martín.
Café crudo Café tostado Café molido
Fue a mediados de los años 60 que un amigo, Venegas, me invitó a tomar un café en una Cafetería de la Plaza de Armas de propiedad de un italiano. Me decía Venegas que su médico le había recetado por cierto malestar estomacal y quería que lo acompañara.
Pidió dos Espressos y vi que lo degustaba con placer. Yo en cambio no podía pasarlo, él se dio cuenta y le dijo al mozo que le pusiera agua a mi espresso. Así sí pude tomarlo, lo cual quiere decir simple y llanamente que yo no soy de espressos.
Pero al casarme, el café ha pasado a formar parte de mi dieta diaria y el de mis hijas y nietas. Mis hijas cuando estaban embarazadas sufrían mucho al no poder tomar libremente su delicioso café porque la ciencia actual no lo permite.
Me dice mi hija Claudia que en Estados Unidos cada gringo tiene su propio blend de café, es decir su propia mezcla, porque cada uno tiene su propio gusto y aprecio por determinada marca o tipo de café.
En mi casa, mi yerno Pedro, español, es el Cafetero Mayor del Reino. Tiene su propio blend, mezcla 200 gramos de Café Cocla con 200 gramos de Café Superior que compra en el mercado, y obtiene una bebida negra de aroma y sabor intensos que no lo consigue con una sola de ninguna marca de café.
En el Mercado de Pueblo Libre tienen un mostrador donde muestran tres variedades de café tostado en grano: Superior, De Exportación y Caracolillo. Cuando lo pides, ese rato lo muelen, de manera que mantiene su aroma intenso.
El Blend de Pedro
¿Y ahora? NO hay como tomar café
En nuestros tiempos el café se hacía en olla, y cuando no había azúcar, por la guerra, lo preparaban con chancaca, que le da un sabor “amazing”
En Lima, en todas las casas tenían una cafetera de metal para pasar café, consistía de dos piezas una sobre otra. En la parte superior estaba el filtro, se ponía el café molido y el agua hirviendo. En la parte inferior se recogía el café “tinta”, esta parte tenía un pico de jarra y servía para echar el café pasado a las tazas donde se completaba con leche o agua caliente.
Fue a fines de los 70 que llegó al Perú la Cafetera Eléctrica y fue un boom. Fuimos de los primeros en adquirirlo en Yompián “Donde ganan los que van” de la cuadra 9 de la Av. Abancay en Lima, tan sólo por darle gusto a mi amada esposa, y, por supuesto, a mis hijas que nacieron tomando café.
Fue en esa época que también hizo noticia un café filtrante con un eslogan que era muy festejado en la televisión “Filkafé mató a la cafetera”.
Pero para nosotros no significaba nada, es decir, nada con cafecitos filtrantes o instantáneos.
Cafetera Filkaf Cafetera eléctrica
En casa se decía “café de café”, habría que agregar “o nada”.
Pero estamos tan acostumbrados a tomar café pasado en cafetera eléctrica que muchos desconocen que también en olla se hace café y del bueno, mejor en muchos aspectos.
La noche de Año nuevo 2018 – 2019 hubo un apagón terrible en nuestra cuadra, se fundieron los cables de la Estación por sobrecarga de tensión, y todo el barrio estábamos sin luz. No hay microondas, no hay arrocera eléctrica, no hay encendido de la cocina con un clic, y, sobre todo, no hay cafetera eléctrica.
Mi hija Charito y su esposo Pedro se miraban las caras a la hora del desayuno: no hay café.
- Cómo no va a haber café ¿Nunca han hecho café en olla?
- No
- Pues, ahora lo hacemos
Ponemos a hervir 6 tazas de agua en la olla y cuando rompe el hervor apagamos el fuego y echamos en la olla las 6 cucharadas de café. Tapamos un rato y luego soplamos para alejar la espuma de la superficie y servimos con un cucharón et voilà. Así es como hacíamos café en nuestra casa de la infancia en Iquitos.
Taza de café
Estuvieron de acuerdo que el café en olla es de un sabor y textura muy especial y lo están adoptando.