22 LAS ANDANZAS DE MI AMADA ESPOSA

Como es de dominio público, mi amada esposa Maria Judith Alva Rivera, Profesora con dos Títulos Académicos, es víctima del terrible Mal de Alzheimer.

Este es un mal degenerativo y no tiene cura, no existe en el Perú nada que pudiera paliar de alguna manera su mal.

Mi amada esposa, antes

Hace ya 5 años que sufre el daño cerebral pero siempre nos desconcierta sus reacciones y sus acciones que se producen cuando menos lo esperamos y no dejan de llamarnos la atención.

Cuando la inscribimos en el Padomi de Essalud (Programa de atención domiciliaria) vino el Psiquiatra para evaluarla. En ese entonces ella todavía parecía que daba razón aunque no por entero.

Cuando el doctor le preguntó cómo se llama, ella respondió como una “lección aprendida”

  • ¿Yo? Yo me llamo Maria Judith Alva Rivera de Suárez

Muy sorprendido el doctor por tal grado de lucidez, le preguntó entonces

  • ¿Y ese señor que está ahí? – señalándome

Ella me miró de arriba abajo y muy suelta de huesos le dijo

  • Él es el que siempre está ahí.

Ella ahora no sabe decir su nombre ni que es una mamá y que tiene hijas y nietas. No sabe qué es una hija o una nieta o un esposo.

Mi amada esposa, ahora

Cuando la última de nuestras nietas, Ainhoa, estaba más pequeñita, la sentaban en su silla comedor con todas sus correas de sujeción. Mi esposa caminando se acercó a ella y quiso sacarla con una mano (no tiene mucho equilibrio). Me di cuenta y lo evité, pero avisé a mi hija y a su esposo que tuvieran cuidado con la pequeña, pues, la abuelita la quiere levantar.

Estaba Pedro con la nena en sus brazos y mi esposa quiso arrebatarle a la bebita. Pedro se volteó para impedirlo y mi esposa dijo con voz muy clara y molesta

  • Yo le quiero amarcar, pues.

Nos llamó mucho la atención el uso correcto de este vocablo propio del runa simi (quechua) que se usa en forma extendida en toda la Amazonía. Ella no sabe qué es la selva, ni que nosotros somos de la selva pero lo dijo en forma muy clara y correcta. Amarcar es cargar en brazos a un bebé.

Recuerdo que Nuestro amigo Jorge Barreyro  recibió a Mañuco como ayudante en su Taller de Reparación de Motos, allá en Iquitos. Mañuco era viejo y nulo en cuestiones de mecánica fina y Jorge estaba molesto. Un día que le gritó porque no sabía cuál es la herramienta que le estaba pidiendo. Mañuco le dijo entonces

  • No me estés gritando don Jorge, mira que yo te he amarcado cuando eras llullo

Jorge pues se tragó su cólera porque era cierto.

Ahora que está muy de moda el uso del celular, muchas personas hablan con voz fuerte sus conversaciones, de manera que quieras o no, te enteras de lo que están tratando. Estábamos paseando por el Boulevard de la calle Andalucía en Pueblo Libre llevándola en su silla de ruedas cuando alcanzamos a escuchar

  • Ya te he dicho…

Y mi esposa se volteó y le respondió al punto

  • A mí no me has dicho nada – agitando su mano en señal de negación

Seguí caminando esperando que el fulano no se hubiera dado cuenta de la intromisión aunque pensando que se lo tuvo bien merecido por hablar en voz alta.

Y siempre en el boulevard se dan esos casos de conversaciones por celular en voz alta. En esta ocasión el hombre parlante decía

  • Ha habido una fiesta. ¿Ella ha ido?
  • No – respondió mi esposa, y mientras nos alejábamos y volteándose hacia esa persona y agitando la mano en señal de negación, continuó – No ha venido nadie

Bueno, son cosas de la vida pero no deja de sorprendernos la oportunidad con la que capta la conversación ajena y sus respuestas precisas, vengan o no al caso.

Se despierta bien temprano y me cuenta cosas o me hace preguntas, las más de las veces no le entiendo pero trato de contestarle de modo que la calmen y la hagan sentirse bien.

Una mañana se suscitó el siguiente diálogo

  • ¿Papi, vas a ir?
  • No creo, Bebe – No sabía de qué me estaba hablando y contesté al azar
  • Mejor así Papi, ellos van a caer por su propio peso. Mejor no vayas
  • Ya, Bebe. No voy a ir

Nunca supe de qué se trató, y aunque digan que las personas con ese mal no pueden sostener un diálogo, me sentí muy contento de haber podido tener un diálogo con mi esposa.

Pasa las horas echada en la cama viendo TV, los dibujos animados. Siempre pensé que, a pesar de mirar con atención, no captaba la historia. Pero al parecer yo estaba equivocado.

Estábamos viendo “Campanilla y el Gran Rescate”, una película de Disney. Campanilla queda atrapada en una casita para hadas que una niña humana, Lizzy, había construido. Comenzó una lluvia torrencial y todo el mundo sabe que cuando llueve, las hadas no pueden volar, y, por tanto, no salen. La niña intenta hacerse amiga de Campanilla y para demostrarle que no está  prisionera y que puede irse cuando quiera, abre la ventana. Afuera se veía la fuerte lluvia y mi esposa gritó

  • ¡Noo! – Muy sorprendido por lo que acababa de escuchar le pregunté
  • ¿No debe salir, verdad?
  • Uhum – me respondió ella, es decir sí, que no debe salir la hada

Jamás se me ocurrió pensar que mi esposa seguía la ilación de la película, pero esto me hace comprender que sí. Quizás se olvide de todo pero capta la historia mientras la está viendo.

Alguna vez le dije en tono de complicidad “Bebe”  y ella me respondió de inmediato “¿Qué papi?” Es la manera como siempre la he llamado y es la manera como ella siempre me ha respondido durante toda nuestra vida matrimonial. ¿Cómo no voy a amar a esta mujer? Ella es todo para mí y aunque me digan que ella no me reconoce y no me entiende cuando le hablo, para mí es, ha sido y siempre será mi Amada Esposa y aquí estaré para cuidarla hasta que yo me vaya con Dios nuestro Señor.

 

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