20 EL DÍA DE LA MADRE 1

Nos sentíamos satisfechos luego del opíparo almuerzo con que celebramos el Día de la Madre en nuestra casa y con nuestras hijas pequeñas. Nuestra situación económica caminaba bien, puesto que Judith, mi amada esposa, y yo trabajábamos, no teníamos deudas, nuestras hijas mellizas Luisa y Claudia y Charito estaban estudiando en un buen Colegio y teníamos un buen carro Station Wagon nuevo. En fin, nos sentíamos bien.

Decidimos ir a visitar a algunos amigos y familiares, mayores que nosotros, para saludarlos por el Día de la Madre. Nuestras niñas se quedarían en la casa con la Nana.

Día de la Madre

Comenzamos por la hermana mayor de mi esposa, Flora, donde, a pesar de que les dijimos que ya habíamos almorzado, nos hicieron comer.

Seguimos con nuestra Madrina de Matrimonio, Luz Marina, quienes nos invitaron un postre, porque “ya habíamos almorzado”. Pasamos a ver a la tía Ángela, hermana de mi madre, en El Callao, donde el tío Alberto, chalaco, nos “hizo comer” con insistencia su cebiche y su sudado de tramboyo que él mismo preparó. Parecía que íbamos a reventar.

Finalmente le tocó a nuestra buena amiga Dely, quien no estaba en casa porque había salido a celebrar con sus hijos, pero Roque, su esposo, con su carácter amistoso y persuasivo nos convidó un sudado de pescado que había preparado su amigo Nico.

Regresamos a nuestra casa con una terrible indigestión y la más firme promesa de jamás volver a visitar a nadie, por el día de la Madre, o del padre, o del tío o lo que fuera. Nunca más.

 

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