El domingo por la tarde fuimos con mi enamorada, hoy es mi esposa, Maria Judith, a bañarnos en la laguna de Morona Cocha, buscamos un remanso y nos pusimos a nadar. Seguramente el agua estaba empozada mucho tiempo porque al regresar me escocía todo el cuerpo y me producía un dolor insoportable, fuimos a la Clínica del Dr. Marín, médico de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP) de Iquitos para que me vea.
Me dijo que se trataba de una piodermitis y tenía que aplicarme antibióticos. Le expliqué que al día siguiente debía viajar a Lima para luego ir a la ciudad de Ica donde estaría varios días y no sabría dónde hacerme poner las ampolletas de antibióticos. Era el año de 1967.
- No hay problema – me aclaró – te daré el antibiótico en ámpulas bebibles, solamente le quitas el capuchón de jebe y te lo tomas directamente del ámpula de vidrio.
Efectivamente, cada 8 horas bebía el antibiótico durante el largo viaje y la molestia desapareció como por ensalmo.
En realidad tenía que viajar a la ciudad de Ica para participar como Delegado del Comando Universitario de Loreto en el Congreso Universitario de Acción Popular junto con mi buen amigo y correligionario Teddy Bendayán Díaz, conspicuo dirigente del Comité Departamental de Loreto.
En Lima coordinamos en qué carro me tocaba viajar a Ica. Me tocó un buen amigo, Camilo Ramos D’Angello y los 300 kilómetros fueron un recorrido muy ameno.
El Presidente de la República Fernando Belaunde Terry había mandado construir el moderno Hospital de Ica. Ya estaba terminado pero aun no entraba en funcionamiento porque lo tenía que inaugurar el Presidente, con ceremonia de por medio, así que nos alojaron allí a todos los universitarios que veníamos de todos los puntos del país. Parecía un hotel de lujo, con toda clase de comodidades.
Desde el principio se observó que la organización era impecable. Donde fallaron por completo fue en la determinación del lugar donde tomaríamos nuestros alimentos: El Comedor Popular.
No pasó mucho tiempo para que todos los delegados se sintieran muy mal del estómago y era cosa de risa cuando el buen Teddy en pleno discurso pidiera permiso para ir corriendo al baño porque la diarrea era terrible. Trajeron ambulancias y médicos y comenzaron a dar a todos los delegados la medicina que los aliviaría. Todos, menos yo, eran víctimas del mal. Como expliqué líneas arriba, yo estaba tomando antibióticos para la piodermitis y eso, felizmente, me protegió totalmente de la tal epidemia.
De inmediato nos pasaron a un restaurante particular y no volvió a presentarse tal situación y el Congreso pudo continuar hasta terminar con la elección de Luis Anderson, estudiante de La Molina, como Secretario Nacional Universitario, miembro pleno del Comité Nacional, quien de inmediato entró en funciones pues luego de nuestro Congreso Universitario se realizó en el mismo lugar el Plenario Nacional Descentralizado de Acción Popular. Como nota adicional, Anderson fue promocionado y propuesto para el cargo por Edmundo del Águila, entonces Secretario Nacional de Juventudes.